La Nación
OPINIÓN

Un empleado más

Profunda preocupación me embarga eldesenvolvimiento político de algunos de nuestros honorables dirigentes hoy en día. Hechos que erizan la piel como los ocurridos en la Guajira, donde a pesar de las inhumanas condiciones de vida de los indígenas wayúu y del aberrante abandono estatal, los programas de la Gobernación, que en principio debieron atender rápida y eficazmente las sequías –sobre todo en la zona alta del departamento- , el desabastecimiento de alimentos por culpa del cierre fronterizo con Venezuela, y sobretodo y más inquietante aún, la constante alza de muertes de niños menores de dos años abatidos por las enfermedades y la desnutrición, han desembocado en una voraz rapiña de los politiqueros de turno, herederos de una cadena burocrática que despedaza a grandes mordidas las arcas financieras, volátiles de por sí, de una tierra que parece, se le ha olvidado a todo el mundo menos a los que la ven como una prospera oportunidad para enriquecerse, aprovechándose aún de la desgracia ajena.

Preocupante también la afirmativa percepción que un gran apartado de la sociedad tiene de programas de gobierno de tan alto despliegue promocional como lo es, por ejemplo, la promesa del Presidente Santos de entregar, subsidiadas íntegramente, las mil viviendas de interés social para los estratos 0, 1 y 2, un hecho que se ha convertido en uno de los principales caballos de batalla para promocionar su reelección. Y este acto en particular me ha detenido a hacerme el siguiente cuestionamiento: ¿El que un gobernante cree programas para desarrollar el mejoramiento de las condiciones de vida de los comunes que lo eligieron, es motivo para enaltecerlo?, o simplemente es un acto propio de su función pública.

Intento resolverlo. Supongamos: A un departamento se le destina cierto rubro económico por concepto de regalías provenientes de la extracción de petróleo. La ley 1530 de 2012 –“por la cual se regula la organización y el funcionamiento del Sistema General de Regalías”- dispone en su artículo 22 que: “Con los recursos del Sistema General de Regalías se podrán financiar proyectos de inversión y la estructuración de proyectos […]” (Subrayado fuera del texto), es decir, la Ley le está garantizando a ese gobernador el hecho de que con dinero que es del Estado(ósea de todos nosotros) proveniente de la explotación del suelo, que es del Estado(ósea de todos nosotros), pueda financiar y ejecutar proyectos de inversión necesarios en pro de la comunidad a la que él administra, como un centro de atención médica por ejemplo. De hacerlo¿ese gobernador tendría un mérito especialísimo?,¿De gran estadista?, ¿acaso se le aplaude a un cartero el hecho de que entregue la correspondencia? y no digo que sea una actividad menos apreciable, pero si es por lo que se le paga, lo mínimo que él debe hacer es entregarla, y encargarse de hacerlo bien. El acto se le agradece y se le valora, pero en sí mismo no debe ser para alabarle. Al fin y al cabo esa es su función.

El meollo del asunto es, que si no estuviéramos tan acostumbrados a que casos como el de la Guajira sean el pan de cada día, acciones como las del Presidente Santos (y no afirmo en absoluto que el regalar viviendas sea la solución más idónea para remediar el problema de garantizar los mínimos vitales y la dignidad de una familia) no desembocarían en tanto halago ampuloso y simplemente serían vistas como el proceder de un empleado, que por mayor aplauso que quisiera, tan solo estaría cumpliendo con los mínimos exigidos en su trabajo.