La Nación
Una política mafiosa 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una política mafiosa

El ejercicio del poder revela lo que realmente son las personas. La historia de Colombia ha sido marcada por la cultura del narcotráfico, en donde ha primado el dinero ante la vida; una lógica perversa en personajes como Pablo Escobar, quien colocaba precio a cada persona conforme a su necesidad, algo así como un “Dios” ungido por los excesos.

Hoy vemos de cerca un dirigente político con algunas actuaciones similares, con el contraste de estar enmarcado por el manto de legalidad que confiere la Registraduría y un aura de legitimidad al creer que obtener las mayorías lo hace exclusivamente un responsable de los intereses de quienes invirtieron altas sumas de dinero para lograr movilizar su candidatura, una idea normalizada que destruye el concepto de Estado Democrático para toda la ciudadanía y le da el manejo de las finanzas públicas a sus círculos más cercanos.

Algunos de estos elementos son la cosificación de la mujer o verla como un objeto para saciar deseos sexuales, o como lo expresa una ex-funcionaria “cuando había consejo de gobierno me tocaba ir lo más tapada posible para evitar”, o en la mayoría de los casos cuando deben ceder ante sus bajas pretensiones para firmar un contrato de prestación de servicios; también están los excesos de sus grupos familiares, políticos y amistades que pasaron milagrosamente de módicos automóviles a ostentosas camionetas, propiedades en lugares exclusivos, fiestas extravagantes, discotecas en las que aparecen otros representantes legales pero es “voz populi” el verdadero dueño y ni que decir de las grandes extensiones de tierras.

Pero ¿Cuál es la “envidia” que la gente progrese?, ninguna, en la carrera por desarrollar nuestros proyectos de vida es imprescindible revisar el impacto que esas realizaciones tienen en nuestra sociedad, porque perder la confianza en las instituciones crea una cultura mafiosa del “todo vale” y un irrespeto por el otro, a menos que tenga dinero.

Al igual que la Medellín de los años 90, a cada persona le dan lo suyo, los líderes con puestos a familiares, la dirigencia política, aunque saben que vamos mal, su silencio es recompensado, y un sin número de favores personales que para muchas personas que nunca han visto nada tangible del Estado, les crea una fidelidad ciega. Ahora nos queda conocer la historia para no volverla a repetir en las próximas elecciones regionales.