La Nación
Una universidad para el cambio 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una universidad para el cambio

Antonio Roveda H.
Rector de la FET

Nada mejor para recordar los orígenes, responsabilidades y perspectivas de la academia superior en el mundo y en la historia, que releer la maravillosa enciclopedia sobre La Universidad, del gran maestro y sacerdote jesuita, Alfonso Borrero.

Nos insiste el autor, que el origen mismo de la “universidad”, derivado del término latino “Universitas”, se remonta a la noble idea del concepto de “unidad” (unus) y del retorno (verto), dentro de la diversidad. Realmente interesante, concebir la academia como el espacio ideal para el encuentro con la diversidad y con las perspectivas múltiples; y, más interesante aún, pensar que el “studium” (la cátedra) aparece como la mejor manera de expresar el pensamiento libre, virtuoso, autónomo y responsable, frente a los miedos y amenazas del “imperum”.

Pues bien, ya son más de mil años que la universidad de Occidente suma en la Historia, y de la cual somos herederos directos en América Latina y en Colombia. Todo ha cambiado para la universidad, no muy rápido, pero ha cambiado. Desde esas épocas en que formarse en las aulas representaba la maravillosa mística de encontrar el conocimiento como un santo grial, a estos nuevos y complejos escenarios y ambientes de aprendizaje, de clases mediadas por altas tecnologías, distancias sociales y saberes infinitos en el mundo de la “nube”. Sin embargo, entre el ayer y el hoy, nada fue mejor ni peor: tan solo es así…

Hoy, esta academia, que tiene profundas raíces sumergidas en el tiempo está inmensamente retada a cambiar, a transformarse y a pasar del olvido y la indiferencia de otras épocas para convertirse en una verdadera protagonista de la historia del desarrollo con equidad para región.

Quizá, insisto, llegó el momento de la verdadera innovación y de una profunda metamorfosis, para superar aquellas erróneas interpretaciones de los gobernantes de turno, quienes vieron solamente en la universidad pública un duro “fortín de la oposición”, un escenario ideal para su propia corrupción o la “cuota burocrática” del momento. O para una sociedad que encontró en la academia privada un “club de elegidos”.

Es el momento que la universidad sea vista y asumida como una institución líder, transformadora y gestora del cambio; una aliada real y estratégica de todos los sectores de la sociedad para producir bienestar. Necesitamos de una academia que se vuelva no solo necesaria, sino imprescindible; una universidad que haga del país su mejor aula y de la investigación su manera de ser. Ahora bien, ese lugar no se reclama, se gana y se demuestra.