La Nación
EDITORIAL

Usco: grandes retos

En medio de una relativa estabilidad, la Universidad Surcolombiana celebra hoy los 45 años de vida institucional. Después de soportar varios años de agudas pugnas intestinas, que marcaron un severo retroceso, el centro superior avanza lentamente hacia la redefinición de sus perspectivas de futuro.

La crisis de los últimos años, la polarización, la ingobernabilidad  y la judicialización de sus procesos internos afectaron la vida institucional y postergaron los grandes cambios.

A punto de cumplir medio siglo, la Usco ha logrado avances importantes. Hoy cuenta con 28 carreras, 15 programas de especialización. Además, ofrece siete maestrías y tres doctorados. Aunque importantes son insuficientes.

Los programas de Medicina e Ingeniería de Petróleos han sacado la cara y gozan hoy de un reconocimiento nacional. Otros cumplieron su razón de ser y deben revaluarse.

Pese a los logros, la Usco sigue rezagada. Los planes de desarrollo institucional, acordes a los nuevos desafíos no han logrado todas las metas.

Las reformas institucionales, planteadas  en cada crisis como proyectos prioritarios siguen aplazadas. El modelo de escogencia del rector, causante de la polarización, se mantiene como una hoja de ruta que hizo crisis. La revisión del sistema electoral quedó como un discurso.   

Y lo más grave: la acreditación de alta calidad, una de las grandes exigencias para ser competitiva, sigue en el tintero.

Adicionalmente, la crisis de las universidades públicas,

Asfixiadas por falta de presupuesto, también golpea sus metas y debilitan su estructura académica. La Usco no ha sido la excepción. La falta de presupuesto ha retrasado los planes de desarrollo.

Este panorama le impide atender adecuadamente la creciente demanda de cupos y la ampliación de la cobertura, afectando a los sectores más pobres. Garantizar el acceso a la universidad pública a todos los sectores y municipios de la región debe ser una bandera para combatir la iniquidad.

Asegurar la permanencia y la garantía de grado, debe ser otras de las prioridades y uno de los aportes para el desarrollo de la región. Pero la universidad sola no puede.
El desinterés de los gobernadores de turno para comprometer  los recursos que le corresponden por ley ha sido una de las barreras infranqueables.

En esta crisis también pesa la falta de liderazgo de sus órganos directivos en cabeza de los rectores y los miembros del Consejo Superior para exigir que se respeten las partidas.

Y desde luego, la excesiva burocracia, las nóminas paralelas, el fracaso de los modelos de gestión no han permitido que la Usco salga de su letargo. 

La Usco debe convertirse  inevitablemente en el primer centro de producción y difusión del saber transformador universal en la región Surcolombiana, como se concibió hace medio siglo. Con esa consigna, su actual rector, Pedro Reyes, aspira dar el primer paso.

 
“La acreditación de alta calidad, una de las grandes exigencias para ser competitiva, sigue en el tintero”.

 
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