La Nación
Violencia que destruye y aniquila 1 26 abril, 2024
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Violencia que destruye y aniquila

La psicóloga y especialista en psicología de la salud, Maritza Rocío López, hace un análisis de lo que trae consigo la violencia. Invita a la calma, la serenidad y la reconciliación.

 

Violencia que destruye y aniquila 7 26 abril, 2024
Maritza Rocío Lopez

Maritza Rocío López Vargas

Psicóloga. Especialista Psicología de la Salud

 

La violencia un problema de proporciones gigantescas y altamente lesiva para la humanidad, es un asunto que nos compete y afecta a todos como sociedad, que nos obliga a implicarnos en un proceso de reflexión, análisis y autocrítica.  Se trata de comportamientos, conductas y actos crueles orientados a infligir sufrimiento y controlar, que se han mantenido como una constante en la historia de la humanidad, que han evolucionado, cambiado e incluso perfeccionado.

La violencia tiene unas raíces profundas en el seno familiar, un lugar que al contrario de lo que se espera, se ha convertido para algunos en fuente de agresiones, abusos y una pésima escuela de aprendizaje social.  Da origen a enfrentamientos entre grupos, pueblos, naciones y líderes que, casados en una absurda lucha de poder, control y abuso de autoridad, se conducen de forma desproporciona e irracional acabando con la tranquilidad, seguridad, bienestar emocional y salud mental de las personas, dejando a su paso una estela de miedo, angustia y zozobra en la comunidad.

Violencia que se evidencia en cada abuso sexual hacia niños, niñas, adolescentes o jóvenes, en la violación hacia las mujeres, los asesinatos de líderes, robos a particulares, destrucción de bienes públicos y privados al servicio de la ciudadanía, daño de vehículos, motocicletas, entidades financieras, agresiones a la autoridad y violencia contra servidores públicos, que dejan muy mal ubicado al país, que echa para atrás los avances obtenidos en las negociaciones y acuerdo de paz, que obstaculizan la convivencia, que demuestra lo primitivo e irracionalidad del comportamiento  humano, la falta de responsabilidad y compromiso social de unos pocos.

La violencia por donde quiera que se mire no es un acto ético, justo, económico, ni militar justificable. La violencia no puede convertirse en un trampolín para hacer política, sacar ventajas de ellas, ni convertirla en instrumento de manipulación frente al dolor de las familias que han perdido seres queridos en medio del caos social. La violencia es un acto de poder y abusos generado por los instintos más agresivos de la psicología humana que se hace presente en el ámbito público y privado, en los malos tratos y negligencia sufridos por los niños, niñas y adolescentes, en la violencia intrafamiliar y de género, en el instrumento de dominación, sometimiento y sumisión justificado para vivir.

La violencia está entre nosotros, somos víctimas de sus perjuicios, se inserta en nuestra psiquis como prejuicios, en las instituciones, en nuestro contexto sociocultural, en la cotidianeidad familiar, en las relaciones de pareja y de autoridad con los hijos.  Representa el desconocimiento del otro como sujeto de derechos, el deseo de anularlo como una clara demostración del ego y el narcisismo.  Se convierte en un legado de la violencia sufrida por nuestros antepasados con distintos matices, formas e intensidad, soportada o validada sobre la indignación, desesperanza, desconfianza o desconocimiento de la autoridad. Representa una contundente violación a los derechos humanos, a pensar y sentir diferente.

Los hechos nos demuestran la urgente necesidad de hacer un llamado a la serenidad, a la calma, a la reconciliación, a callar esas voces que incitan al odio, a no permitirle a aquellos que tienen enraizada la violencia como filosofía de vida, que logren sus oscuros interés de autoritarismo, destrucción, caos y muerte.

Somos parte de la misma sociedad y esto nos está perjudicando, aprendamos a resolver nuestras diferencias de manera más civilizada, crítica, objetiva y pacífica.  Confiemos en que la justicia opere de manera efectiva, en las autoridades para que indaguen, encuentren y judicialicen a los responsables de la espiral de violencia, que se aparte a quienes actúan fuera de la constitución, de la ley, que legitiman la violencia, que vulneran la vida e integridad de las personas.

Es momento de reconstruir el tejido social y humano, de escuchar, analizar y comprender el origen o las razones de la rabia expresada por la ciudadanía, establecer la responsabilidad frente a los daños causados y llegar a acuerdos donde las partes implicadas ganen. La violencia enluta al país, a la sociedad y las familias, nos demuestra la urgente necesidad de trabajar conjuntamente por el respeto a la vida y dignidad humana, fortalecer habilidades para la toma de decisiones y manejo del conflicto y no admitir a los violentos, que continúen destruyendo nuestro bienestar y tranquilidad.