La Nación
COLUMNISTAS

“Vivir para contarla”

El jueves Santo de 2014 Colombia se quedó sin el colombiano de mayor estatura en el mundo y el único que a punta de imaginación, había logrado la admiración y el respeto nacional y universal. Gabriel José de la Concordia García Márquez, el hijo de Luisa Santiaga y Gabriel Eligio, le dijo adiós al realismo mágico aquí en la tierra. Gabo con las 28 letras del alfabeto castellano, inspirado en Macondo, recreó un realismo mágico –poético– universal, desde Colombia, para trascender a los confines más lejanos de la tierra. Guionista, periodista, editor, escritor, cronista, reportero, pero ante todo un poeta en prosa y en verso:

“Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades en todo caso, conducen a lo único que me ha interesado desde niño; que mis amigos me quieran más”. “Yo no sabía, hasta dónde podía empujar el carro. Simplemente me levantaba cada mañana sin saber que iba a ser de mí, y lo empujaba un poco más. Siempre un poco más sin saber si llegaba o no llegaba. Todos los días de mi vida me he despertado cagado del susto. Antes por lo que podía ocurrirme, ahora por lo que me ha ocurrido”.

“Yo era famoso desde que me gradué de bachiller en el colegio de Zipaquirá, o antes todavía, cuando mis abuelos me llevaron desde Aracataca hasta Barranquilla, fui famoso siempre, desde que nací, lo que pasa es que yo era el único que lo sabía”. “El amor es tan importante como la comida pero no alimenta”. “No le deseo el éxito a nadie. Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, tratan de bajar con la mayor dignidad posible”. “La muerte no llega con la vejez si no con el olvido”. “El deber de los escritores no es conservar el lenguaje si no abrirle camino en la historia. Los gramáticos critican nuestros desatinos, para luego acogerlos como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: nos vemos en el tercer milenio”.

Solo queda darle las gracias por describir con incomparable belleza literaria la vida de nuestro país Locombia, nuestras violencias, nuestras tragedias, nuestras fortalezas como pueblo indómito, contradictorio e impredecible, pueblo del realismo mágico. Gracias Maestro Gabo y gracias James por esos golazos.