Por: Alejandro Serna
Inicio el año y con ello la génesis de este nuevo periodo constitucional para alcaldes y gobernadores, algunos de ellos con arranques muy populistas otros más ejecutivos, algunos más acelerados y otros más planificados, así como unos gobiernos con miembros de gabinetes de despacho más políticos y pragmáticos, otros en donde sus escuderos administrativos son mucho más técnico-científicos con perfiles de funcionarios más académicos.
Aplica para el gobierno de lo público aquel refrán que dice mi abuela Rosalba: -Ni tanto que queme al santo, ni mucho que no lo alumbre-, es decir que para gobernar no se necesita de funcionarios muy doctores o los famosos “encopetados”, que están llenos de cartones y con poca sensibilidad social, que suelen ejercer su función administrativa desde las copas de los árboles. Así como el de servidores muy empíricos carentes de conocimiento de la administración pública y de la estructura de la entidad territorial, para que después salgan enredados en procesos judiciales por desconocimiento de la norma y de sus funciones.
Es hora de prender motores en la gerencia pública, ya que una vez se dé la viabilidad en la ejecución presupuestal de la nueva vigencia, se inicia con ello la contratación de personal, la puesta en funcionamiento de planes, programas especiales y proyectos de manera excepcional, mientras se empieza con la estructuración del plan de desarrollo que debe guardar coherencia con el programa de gobierno ganador en las urnas.
Inicia entonces la carrera para estos actores políticos, en donde se hará la primera medición de gobierno producto del hacer en los tres primeros meses, en donde se dilucidará: ¿Quién es quién?, y ¿cuál es el talante del mandatario, la capacidad de sus secretarios y la de sus jefes de departamentos administrativos? Por eso, es momento de repensar la ciudad y el departamento, bajo modelos de gobierno público más incluyente, algo que ha venido siendo desarrollado por la nueva gestión pública y la gobernanza pública, que vienen tomando auge en Colombia.
Existe un gran reto para los servidores públicos, que implica darle un nuevo enfoque a la gestión pública, cambiar de paradigma, pasando a convertirse en gerentes públicos, generando propuestas gubernamentales que respondan a los problemas coyunturales de la sociedad.
Se hace necesario replantear los procesos y procedimientos para que sean encaminados hacia una lógica de competencia y combatir ciertas prácticas cotidianas de la administración pública como son: La falta de rendición de cuentas, el gasto excesivo, el desarrollo de un sin número de controles a las políticas públicas que impiden que estas sean eficaces y eficientes.
Pienso que hay que darle cabida a modelos administrativos como la gobernanza, proveniente de los gobiernos corporativos privados, que propenda por decisiones de los gobiernos sean participativas e incluyentes con la ciudadanía.
En sus marcas, listos, fuera… ¡Que arranquen los gobiernos territoriales!