Multitudinarias resultaron las manifestaciones de protesta de ayer convocadas por las centrales obreras y organizaciones sociales contra el polémico proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno Nacional al Congreso de la República.
Desafiando no solo el tercer pico de la pandemia sino una medida cautelar del Tribunal Administrativo de Cundinamarca que ordenó la suspensión de las manifestaciones, miles de colombianos en distintas regiones del país salieron a marchar y sentaron su voz de protesta contra una iniciativa estatal que ha despertado un gran malestar en numerosos sectores. Hasta en los pueblos más pequeños se presentaron manifestaciones en contra de la reforma tributaria.
El ‘lunar’ de las movilizaciones –hay que subrayarlo– corrió por cuenta de los actos de vandalismo, saqueos y ataques contra los bienes y establecimientos públicos en ciudades como Bogotá, Cali, Pasto, Popayán y Neiva.
En la capital del Huila, lamentablemente, un grupo de desadaptados ocasionó desordenes en el centro de la ciudad al término de las movilizaciones. Es deplorable lo que ocurrió con las efigies en honor al expresidente Misael Pastrana Borrero y al fundador de la ciudad, don Diego de Ospina y Medinilla, que fueron derribadas y vilipendiadas. No menos despreciable la acción de haber vandalizado el busto en representación del exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.
Dos mensajes claros en torno a las protestas de ayer. El primero, la sociedad colombiana no puede permitir que la protesta termine convertida en actos de violencia, robos y vandalismo. La Policía, en ese sentido, debe obrar con contundencia.
El otro mensaje y tal vez, el más poderoso que dejaron estas manifestaciones y que debe atender el Gobierno del presidente Iván Duque: el clamor generalizado de rechazo hacia una reforma tributaria, que si bien busca financiar el hueco fiscal que dejó la crisis de la pandemia, contiene elementos que desconocen la realidad difícil de miles de hogares colombianos.
“Fue evidente el clamor generalizado de rechazo hacia una reforma tributaria, que si bien busca financiar el hueco fiscal que dejó la crisis de la pandemia, contiene elementos que desconocen la realidad difícil de miles de hogares colombianos”