El próximo 14 de febrero se tomará el pulso real, sin encuestas, al caldeado ambiente popular desatado por el populismo rampante de este gobierno. Los unos azuzados por una crítica creciente a propuestas de cambio que no han terminado de cuajarse, y los otros llamados por la propia cabeza del Estado a defender en la vía pública sus gaseosas proclamas que no terminan de estructurarse en proyectos aptos para el debate por las contradicciones y falta de cohesión entre los ministros y funcionarios del alto equipo del gobierno.
Lo claro es que la convocatoria de protesta se programó para esa fecha y Petro, ‘el tuitero’, corrió a trinarles a sus huestes para que salgan a confrontar a sus contradictores, como si no fuera suficiente la ola de violencia que él mismo ha propiciado maniatando a la fuerza pública con su grandilocuente cese al fuego, que de bilateral solo tiene el nombre.
La gente saldrá embravecida, con rabia sorda, por tanto intento del ‘caudillo’ para sacar de las cárceles a la delincuencia, en obsesiva pretensión que ya linda con permisividad para que los criminales de toda laya, envueltos en garantías que abofetean al colombiano del común, se enseñoreen y fortalezcan para seguir victimizando las comunidades y creciendo sus repugnantes fortunas. Por su parte, el Fiscal General Francisco Barbosa y la Procuradora Margarita Cabello, llamando a la sindéresis al desbocado mandatario antes de que se ahogue con sus tercas posturas que en lo general van en contravía de la constitución y la ley.
Hay un algo de incógnita en el rol de los que saldrán a respaldar ‘el cambio’ sin el sustento de proyectos o propuestas serias para respaldar. La tarea más clara del petrismo es salir a la vía pública a acallar la voz de los críticos, porque no tienen materia ni siquiera para montar pasacalles. Se puede predecir una nueva jornada de destrucción de las ciudades por la violencia que estos enfrentamientos y movilizaciones suelen producir, máxime con una ‘primera línea’, y segunda y tercera, traicionados además en la promesa presidencial de los cientos de vándalos que saldrían en libertad.
El 14 de febrero de 2023 será una fecha más de reseña en la ingrata recordación de un país que se mueve al vaivén de coyunturas populistas y oposición a la deriva por efecto de un gobierno vociferante y sin timón.