María Consuelo Plazas Serrato
La corrupción es un fenómeno complejo estrechamente relacionado con factores de orden ético, político y social y se encuentra inmerso en los diversos escenarios de nuestra sociedad.
La Corporación Transparencia por Colombia presentó el informe: “Así se mueve la corrupción: una radiografía de los hechos de corrupción en Colombia 2016 – 2018” a través del cual da a conocer cómo y en qué sectores opera la corrupción en nuestro país. El citado estudio hace referencia a hechos registrados por fuentes de prensa nacional y regional en los 32 departamentos del país. En ese orden da a conocer 327 actos de corrupción relevantes de los cuales el 69% corresponden al orden municipal, 25% de alcance departamental y 6% de índole nacional que comprometen alrededor de 17.9 billones de pesos.
En lo concerniente a los departamentos donde se registran mayores hechos de corrupción destaca que mayoritariamente se concentran en Santander, Atlántico, Valle del Cauca, Bolívar y Antioquia. En tanto las ciudades capitales donde se registra la mayor cantidad de hechos son Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Medellín.
Respecto al alcance de los tipos de corrupción examinados el 73% hace referencia a asuntos administrativos y el 27% restante corresponde a asuntos de corrupción privada. Subraya que al efectuar el cruce de información entre las variables relacionadas con el tipo de corrupción y los eventos ocurridos por departamento se verifica que “el 68 % de los hechos de corrupción administrativa se encontraron en la región Centro Oriente y Caribe”.
Por lo que se refiere a los sectores más impactados y actores implicados el informe registra concretamente a Educación, Infraestructura y Transporte, Salud y Función Pública. Mientras que el sector público lidera el nada honroso premio en más de un hecho de corrupción habida cuenta que “el 69% de los actores individuales involucrados en los hechos de corrupción registrados por la prensa son servidores públicos”. En cuanto a los delitos más cometidos se resalta el peculado, la celebración indebida de contratos, falsedad en documento público y concierto para delinquir.
¿Cómo hacer frente a tan alarmante realidad? ¿Acaso nos estamos tornando indiferentes frente a una problemática que vulnera flagrantemente los derechos fundamentales? Se impone una cuidadosa revisión de nuestras conductas individuales y colectivas.