La Nación
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Colombia, tierra querida – Belén Alarcón

“Colombia, tierra querida, himno de fe y armonía. Cantemos, cantemos todos gritos de paz y alegría. ¡Vivemos “Colombia, tierra querida, himno de fe y armonía. Cantemos, cantemos todos gritos de paz y alegría. ¡Vivemos, siempre vivemos a nuestra patria querida! Su suelo es una oración y es un canto de la vida. Cantando, cantando yo viviré, Colombia tierra querida. Colombia te hiciste grande con el furor de tu gloria…”, entonaba la inolvidable Matilde Díaz, acompañada del sin igual Lucho Bermúdez, para una generación que sintió el pecho henchirse de patriotismo, mientras bailaba al son de los acordes que acompañan estos versos. Matilde y Lucho no descansarían en sus tumbas si supieran de las incoherencias de los gobernantes colombianos quienes se rasgan las vestiduras por la pérdida lamentable de nuestra soberanía, sobre más de 80.000 kilómetros de mar colombiano en el litigio con Nicaragua, debido el pésimo manejo de los negociadores, mientras por otro lado entregan de manera inmisericorde y a pedazos el territorio continental a las corporaciones internacionales, ordenando al Ejército Nacional cuidar los interés trasnacionales, para incentivar la  llamada confianza inversionista, obligándolo a traicionar su misión, que es la de cuidar la soberanía sobre el territorio. No de otra manera se explica el desfile del capital internacional que no tiene patria, cuyas banderas ondean en  donde ha sido arriado el tricolor nacional: En el Huila, en la zona del Quimbo se pierde soberanía sobre 8.600 hectáreas de sus mejores tierras que son explotadas por la multinacional Emgesa, filial de las trasnacionales Endesa- Enel; en Córdoba se entrega desde 1996 Cerromatoso, la cuarta mina de níquel más grande del mundo, contrato ampliado hasta el año 2029 para la multinacional angloaustraliana BHP Billinton, en Cajamarca, Tolima se concesiona la mina de oro La Colosa para la multinacional sudafricana Anglo Gold Ashanti, por mencionar unas de las tantas entregas que han concesionado ya cerca del 10% del territorio nacional que significan más de 100.000 kilómetros cuadrados de tierras continentales. El Quimbo y La Colosa  pasarán de ser despensas de alimentos, a tierras de desempleados campesinos que sólo podrán ser tocadas por las dragas. Se aniquilan poblamientos y ecosistemas estratégicos, destruyendo o contaminando nacimientos de agua. Nunca se logrará remediar el daño ambiental. Chocó, después de enriquecer billonariamente a la multinacional Chocó Pacífico sufre la espantosa pobreza de su población. Se demuestra hasta la saciedad que el capital multinacional no mejora la calidad de vida. Las migajas de regalías, sólo favorecen a los amos del poder. Con la pobreza campea la violencia en las regiones más ricas: en Bolívar, Guajira, Cauca, Antioquia, Chocó… Acechan el desplazamiento forzado, el terror y la violación generalizada de los DH. Matilde Díaz hoy no cantaría sino que plañiría: “Mi suelo es de otra nación y es un rapto a la vida…”