La Nación
COLUMNISTAS

Convención y mermelada

El régimen de Santos ha revivido los auxilios parlamentarios, abolidos por la Constitución del 91, (Art.355). Con la agridulce mermelada oficial como señuelo, ha restablecido las prácticas corruptas del viejo clientelismo, cimentado en la filosofía turbayista de gobernar con los más honestos, es decir, los menos deshonestos y reducir la corrupción a sus justas proporciones. Entregando entidades públicas, como parcelas privadas a los congresistas, y altísimas partidas del presupuesto nacional para comprar su reelección, ha permeado y dividido el partido conservador en dos fracciones, que bajo el lema perverso, divide y reinarás, se batirán en la convención del Domingo próximo en Bogotá. Los poderosos congresistas con pasajes aéreos y alojamiento en el Tequendama, llevarán su clientela para aplastar las ilusiones de los limpios y buenos conservadores de a pie. Dos posturas morales, dos tendencias políticas, dos himnos. La dignidad y la entrega. Afinados y libres, los de la dignidad, así entonaremos la primera estrofa del sonoro himno: “Caro y Ospina escribieron, la justicia contra la opresión; igualdad sin privilegios, como principio y razón”. Destemplados y oprimidos, los de la mermelada, con letra cambiada a su acomodo, así la cantarán: “Claro, propina nos dieron, la delicia de la corrupción; mermelada y privilegios, principia la reelección”. Entre esta, la primera estrofa de nuestro himno y la última, se extractan principios e ideales de un partido, que llevados a la vida pública, harían de Colombia un país igualitario, moderno y pluralista. ¡Dios y patria es nuestro lema! ¡Por Colombia y por la paz! ¡Con Bolívar el libertador! ¡Por la causa de la libertad! ¡Mi partido azul conservador! Toda una forma de vida, adulterada por la dirigencia, que del lado de las migajas de Epulón, puede conducirlo al desastre final. Dios lleve de su mano la convención conservadora, y resulte un candidato propio, como opción de poder y subsistencia. De triunfar la mermelada de Santos, designaremos a los congresistas como liquidadores oficiales del partido, para que en sus manos queden los escasos saldos de su hazaña. Los de a pie, nos marcharemos al desierto, a cantar con el Bautista, la estrofa final del histórico himno del partido: “El derecho es nuestro grito, de doctrina universal; defendemos la democracia, tiranías jamás, jamás” Los de la mermelada con su letra propia, así la entonarán: “Nuestro derecho a ser ricos, de la mordida oficial; recibiremos burocracia, regalías, y más, y más, y más….”