No hubo servicio de transporte público. Nadie se puedo movilizar en carros, ni motocicletas por el centro de Neiva. Los taxistas taponaron las calles. La capital estuvo colapsada en movilidad por más de seis horas este miércoles.
Lo habían anunciado desde días atrás. Se rumoraba, pero nadie calculó la magnitud de la protesta. Era la segunda vez que en Neiva los taxistas se rebotaban, demuestraron que son cantidad, que generaban caos y que debían ser atendidos. Lo hicieron desde las 10:00 a.m., una de las horas más convulsionadas en movilidad.
Se congregaron por las principales calles del centro de Neiva y después se estacionaron sobre calles, carreras, avenidas y detuvieron sus carros impidiendo que los demás vehículos de servicio público, ambulancias, motocicletas, se movilizaran. Nadie podía circular. Esa era la orden.
Se agolparon en la Carrera Sexta, Quinta, Séptima, Cuarta, Tercera, Segunda, Primera y hasta la Avenida Circunvalar. Calles Octava, Novena, Décima y Once. No había calle donde no estuvieran en las esquinas, dos, cuatro carros amarillos parqueados en contravía. Sus conductores almorzaron, durmieron en sus vehículos.
No hubo uniformado de la Policía o agente de tránsito que los convenciera. Hoy miércoles, los conductores de servicio público demostraron que están unidos reclamando atención de la Alcaldía de Neiva, que el mototaxismo disminuya y ellos no vean afectados sus intereses, entre otras peticiones.
Exigieron que el Alcalde de Neiva Pedro Hernán Suárez los atendiera, pero él estaba fuera de la capital del Huila y José Ferney Ducuara, secretario de Gobierno Municipal enfrentó solo el problema que colapsó a Neiva y la estancó en materia de movilidad.
Las imágenes de lo ocurrido en la ciudad hablaron por sí solas: vías desoladas, escasos vehículos particulares, motociclistas implorando que los dejaran cruzar, pero los taxistas estaban reacios. No lo permitían y hasta burlaban a quienes intentaban cruzarse por sus narices sin lograrlo.
Las vías estuvieron desocupadas. Hace mucho tiempo la Carrera Quinta no se veía tan sola. Al medio día, se veían desfilar la gran cantidad de funcionarios que no pudieron moverse hacia sus casas y terminaron almorzando en restaurantes del centro de Neiva. Los carros, las motocicletas, las tenían en sus parqueaderos y era imposible moverlos. No había servicio de colectivo, buses. No había por dónde movilizarse. Neiva quedó embotellada.
La ciudad era otra. Las ambulancias se escuchaban, el ruido de las sirenas de los carros de la Policía trataban de convencer en las esquinas a los conductores de taxis para que despejaran las vías y poder movilizar a los heridos. En unas calles lo permitían, en otras no.
LA NACIÓN.com.co conoció el caso de Ernesto Rojas Guevara, un paciente que luchó dos meses por una cita con un neurólogo. La tenía para las 12:30 de este medio día, pero no pudo asistir. La ambulancia llegó hasta su casa, pero no pudo partir. No había por donde moverse. Perdió la tan anhelada cita.
A las 2:00 de la tarde, el panorama se complicó. Quienes lograron marcharse hacia sus casas al medio día, no pudieron devolverse a sus empresas. Las zonas peatonales se convirtieron en vías, en paso obligado de los motociclistas. Gran cantidad de neivanos se quedaron sin poder retornar a sus trabajos.
El paro continuó. En la Alcaldía la negociación comenzó cerca de las 12:30 del mediodía y concluyó sobre las 4:15 de la tarde. El paro se levantó y los taxistas retornaron a sus labores de trabajo, por lo menos hasta que la administración municipal haga cumplimiento a los puntos acordados este miércoles en la Alcaldía de Neiva.
