La Nación
El espinoso camino hacia la resiliencia 1 3 mayo, 2024
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El espinoso camino hacia la resiliencia

El espinoso camino hacia la resiliencia 7 3 mayo, 2024
Las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de tensión, venciendo la presión del entorno.
La muerte ha sido siempre un tema de profundas reflexiones y variadas interpretaciones, por parte del ciudadano común, de filósofos, teólogos y científicos, entre otros.

Sin embargo, a pesar de la mirada de interpretaciones y de los modernos avances en ciencia y tecnología, el final de la especie humana continúa siendo un total misterio, especialmente en temas como la identificación del instante de ocurrencia, lo que se puede experimentar una vez se llega a este estado y lo que se vive a partir de ese momento.

Lo que si se conoce con certeza es que para la mayoría de sociedades del mundo este suceso genera grandes traumatismos y profundas tristezas. Según León y otros autores (2002), en las sociedades industriales avanzadas cada vez es más difícil el convivir o el aceptar la mera idea de la muerte.

ENFRENTAR EL DUELO

La pérdida de un ser amado es psicológicamente traumática, y cuando se trata de un niño o un joven, el impacto es aún mayor pues cruza las fronteras de dolor de la familia y amigos. No obstante, existe una capacidad humana que pueda ayudarnos significativamente a enfrentar el duelo con la esperanza de sobreponernos y seguir el rumbo normal de nuestras vidas. Dicha capacidad se conoce como Resiliencia.

Según la Asociación Americana de Psicología, la resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras.

La muerte de un ser querido constituye uno de los caminos más espinosos para asumir una actitud de resiliencia, pero aunque nos resulte difícil aceptar que un ser querido se ha ido, depende de nosotros mismos tomar la decisión de ponernos nuevamente de pie y reencausar nuestro rumbo, o si es necesario redefinir nuestras vidas.

HISTORIA

Hace solo una semana partió de este mundo terrenal un joven que tenía por delante grandes proyecciones. Estaba a un par de meses de graduarse como licenciado en inglés, se asomaba al mundo del modelaje y hacía parte de la selección de rugby de su universidad. Pero ni esta trayectoria ni todas sus destrezas ni su siempre magnánima actitud lo blindaron de lo que Francisco de Asís llamaba “la hermana muerte”.

Gran dolor dejó su partida en su familia y amigos, y muchas las preguntas que quedan sin responderse. Pero nos corresponde a todos los que de una u otra forma tocó la muerte de Carlos Eduardo, y las que a diario tocan a tantas personas, mirar hacia adelante con el gozo de haberles brindado en algún momento nuestro amor y amistad.

ACEPTACIÓN

La aceptación de la muerte tiene colosales implicaciones, pero debemos convencernos de que ni la tierra ni el tiempo ni la vida se detienen, que se van unos seres amados pero quedan otros, cuyas existencias debemos gozarnos con amor.

Los padres que tienen otros hijos deben seguir adelante y dimensionar las pérdidas, sobreponerse a ellas, construir y crecer en la experiencia, pese al dolor; en pocas palabras, es poder ponerle alas a la vida. Con ello quiero decir que así como necesitamos la grandeza de la alegría para crecer, también necesitamos la grandeza del dolor para escalar (Acero, 2013)

Aunque la muerte sea un camino espinoso para llegar a conocer la resiliencia, lo importante es buscarla y asumirla para poder recuperar la homeostasis y el sentido de nuestras existencias.
 
No es un camino fácil, pero con el acompañamiento de familiares y amigos, con el recuerdo de los tantos y felices momentos compartidos, con la asesoría de profesionales – si se necesita- y por qué no, si se cree en Dios, con la fe y la oración, se puede hacer de la Resiliencia un estilo de vida.