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Finlandia: un país admirable

Situado al noreste de Europa, hace parte de los países nórdicos y tiene una de las economías más sólidas del mundo. Con apenas cuatro millones y medio de habitantes y unos 350.000 km2 se precia por tener uno de los niveles más altos de educación en el mundo. Los recursos naturales son aprovechados al máximo. Allá no se despilfarra nada. Los concejos  municipales están conformados por ciudadanos probos y de gran experiencia de servicio. El concejo de cada localidad es un colegio de voluntarios: los concejales no cobran salario. Quien aspire a ser concejal es porque su hoja de vida está llena de buenos servicios a la comunidad y, en una etapa de su vida sirve a la comunidad “ad honorem”. Nosotros estamos muy lejos de esa realidad. El parlamento es unicameral. Los parlamentarios no se fijan los salarios; sus salarios son de los más bajos del mundo comparados con otros parlamentos. Según Trasparencia Internacional, Finlandia es el país de más baja corrupción del planeta, apenas un 1%. Allí, gracias a la educación hay una conciencia muy delicada de lo público. Robarle al Estado es uno de los delitos más graves. Más que las leyes punibles frente a la corrupción, se ha fomentado una conciencia clara sobre lo público. Hay una enorme delicadeza frente a lo que pertenece a todos. Allí está garantizada la educación, la salud, el bienestar y la vivienda. Pero, nada es gratis. Las cosas se ganan. Todos los beneficios sociales son producto de una buena organización político-administrativa. Allí sí que no hay subsidio a la mendicidad, sino a la productividad. Ellos tienen conciencia que los Estados benefactores sólo generan una sociedad de zánganos.

La letra del himno nacional de Finlandia dice, entre otras cosas: “Somos un país pobre, no tiene oro. El recurso que tenemos es nuestro pueblo”. Es un país que busca responder a los grandes retos: educación y corrupción. La presidenta finlandesa, Turja Halonen dice: “Fuerte inversión en educación y trasparencia en el gobierno”. Un pueblo educado sabrá elegir a dirigentes honestos y competentes. Estos elegirán a los mejores asesores. Un pueblo inteligente no permite corruptos ni incompetentes. Un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y se empobrece. Un pueblo ignorante vive de ilusiones. Un pueblo educado sabe muy bien diferenciar un discurso serio de una prédica demagógica. Un pueblo educado prospera también en condiciones adversas.

El ingreso “per cápita” de Finlandia supera al del Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. Son fuertes optimizando sus recursos. Es importante su industria maderera, metalúrgica, ingeniería, telecomunicaciones (se destaca Nokia) y productos electrónicos. El comercio exterior es importante, representando   1/3 parte del PIB. ¿Será que nosotros queremos mantener la pobreza para tener los votos cautivos? Con el estómago vacío se pierde la capacidad de pensar. Vamos a cumplir doscientos años “combatiendo” la pobreza y, nada que salimos de ella. Claro, con esa hambre atrasada de muchos funcionarios, se llega con un apetito voraz a agotar todos los presupuestos. La corrupción se ha metido tanto en el imaginario colectivo que ser honrado es pertenecer a una especie en vía de extinción. Pareciera entonces que estamos nadando contra la corriente. No importa, muramos en la batalla así nos llamen quijotes.
+ Froilán, obispo de Neiva.