La Nación
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Fiscalía blanda, ¿ante uxoricidio?

La pena negociada entre la Fiscalía y el asesino del marido de su ex esposa, retrotrae el tratamiento de este delito, a la caverna, y al imaginario mitológico. Rebajar ridículamente la sentencia por la graduación de la ira, nos recuerda los jurados de conciencia colombianos, que absolvían al marido deshonrado, por ira e intenso dolor. Audiencias de teatro jurídico, anteponían la patología de los celos a la sacralidad de la vida humana. Oradores forenses estruendosos y brillantes, como Titta Madia, Gaitán o el “Tigre Valenzuela” del Huila, arrancaban lágrimas de los jurados, que absolvían solidarios al uxoricida, en una franca conspiración de impunidad. Supera la Fiscalía, al derecho novohispano, que permitía azotar a las mujeres por causas razonables. Nos recuerda el final del derecho materno, cuando Clitemnestra, asesina a su esposo Agamenón, a su regreso victorioso de la guerra de Troya, llevada de pasión por su amante Egisto, quien lo reemplazara en el arte del amor durante su ausencia. Orestes, hijo de los dos, venga a su padre, matando a su madre Clitemnestra. Defendido en juicio por Apolo y Atenea – contemporizadores del derecho paterno – ante el Areópago de Atenas, resulta absuelto. Orestes alega ser doble el delito de su madre, por matar a su esposo y padre de su hijo. La respuesta sin embargo fue sorpresiva: “No estaba unida por los vínculos de la sangre al hombre a quien ha matado”. Y, el asesinato bajo esa óptica, podía expiarse fácilmente. Relato ejemplarizante me obliga concluir, que el fiscal que en mala hora dirige la política criminal del estado, cada día conduce la justicia al abismo común donde sucumben las cortes y organismos judiciales de espaldas al país.

Últimamente, los diarios nos conmueven con dantescas escenas de mujeres destrozadas a machete por celos enfermizos de sus parejas. Enloquecidos no detienen sus manos ante las súplicas de sus pequeños hijos, a quienes también ultiman con crueldad, llegando al éxtasis morboso de autoeliminarse con un disparo en la cabeza. Conozco el caso de una joven mujer, de quien su propia madre dice en oración: “ojalá mi diosito se acordara de ella”. Mutilada, ciega, muda por pérdida de la lengua, en una machetera enceguecida de su marido, porque tardó una hora en regresar a casa. Dos mujeres rememorando a Clitemnestra han asesinado por estos días en el Huila a sus maridos. Y con estos negociados de penas con la Fiscalía, rebajadas por ira y deshonor, se estimula el uxoricidio, en la etimológica justificación de los celos patológicos y la infidelidad comprobada en los secretos de alcoba.