La Nación
COLUMNISTAS

Justicia ejemplarizante

El proceso judicial contra las Farc que asesinaron a miembros de la comunidad indígena, ha traído como consecuencia diversos sentimientos sobre la institucionalidad colombiana.

De una parte, el anhelo de los colombianos de tener una justicia pronta y cumplida, dentro de los parámetros de la equidad; sed de una justicia eficiente y digna, absolutamente descontaminada de toda sombra de duda a los ojos de la sociedad indígena y con unos efectos insospechados hacia la sociedad colombiana, que pide a gritos decencia en la administración de justicia, imparcial, sin el oprobio de la politiquería y las maniobras torticeras para perseguir a todo el que esté en contra del gobierno, que no obedece a los más elementales requerimientos y principios, de ser la “perpetua y contante voluntad de dar a cada quien lo suyo”, como decían los filósofos antiguos.

De otra parte, el sentimiento de descanso por ver que al fin hubo una justicia, así sea la indígena, que volvió por los fueros de la justicia institucional, y demostró que sí es posible en forma eficiente y oportuna, juzgar y condenar a los guerrilleros que tanto mal le han hecho a Colombia, y siguen haciéndolo. Es una señal demostrativa de que si es posible el sometimiento de las Farc a la Justicia, ojala sea la indígena, porque por lo pronto, Montenegro anda desesperado por todo el mundo, buscando como trampear la justicia nuestra y la internacional, para darle patente de corso a la guerrilla para que siga delinquiendo.

Una demostración de que el sainete de la paS de Cuba, será como siempre hemos pensado la mayoría de los colombianos, un escampadero vacacional de la cúpula de las Farc protegidos por el gobierno, que quieren la impunidad total a quienes han masacrado a Colombia por tantos años, sin que exista una justicia ejemplarizante como la indígena, que sigue demostrando dignidad y decoro en sus actuaciones. Baste este ejemplo de justicia, como punto de reflexión y un reto, para entender que sin verdad, sin justicia y sin reparación no será posible la paz verdadera.

Valdría la pena que los delegados del gobierno en La Habana fueran reemplazados por indígenas, que tienen bien cimentados los principios de verdad y justicia, como valores de imposible transacción en procesos de esta naturaleza, o de lo contrario, por este ejemplo de dignidad y decencia institucional, reconozcan que este ejemplo de justicia, debe ser punto de partida para que el no sometimiento a esta, sea suficiente motivo para descartar cualquier proceso de negociación. Honor y honra al pueblo indígena.