La Nación
La estrategia de Petro 1 11 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La estrategia de Petro

Jorge Fernando Perdomo

Entrada la noche del 17 de junio de 2018, apenas conocidos los resultados de las elecciones presidenciales que entregaban la victoria de Ivan Duque, el contendor Gustavo Petro anunciaba su estrategia para apoderarse del país en el 2022.

En su discurso manifestó “aquí comienza una manifestación popular”, convocando a trasladar la protesta social a las calles.

Y lo está cumpliendo. En solo 400 días del gobierno Duque, la izquierda, ha organizado 200 manifestaciones, o sea, una cada dos días, en una prueba evidente de su estrategia para intentar manipular la protesta social, para debilitar el gobierno y generar una sensación de ingobernabilidad y caos, que es el caldo de cultivo para soluciones extremas.

La protesta social es un derecho ciudadano, pero cuando se infiltra y se vandaliza pierde su esencia y naturaleza como vehículo para manifestar y expresar opiniones e ideas contrarias al establecimiento.

PETRO, en el mismo discurso identificó en la hoja de ruta para lograr la presidencia, la segunda estrategia: Lo dijo claro y contundente: “viene el segundo chico”, lograr “mayoría en las alcaldías y gobernaciones”.

PETRO se juega su futuro, con el apoyo a varias alcaldías y gobernaciones, y en el caso particular del Huila, con el respaldo total a la candidatura de Luis Enrique Dussan. Hacia allí se han orientado todas las fuerzas de izquierda, UP, el Polo, para construir el primer peldaño hacia la presidencia de Colombia Humana.

Divide y vencerás, frase atribuida al emperador romano Julio Cesar, ha sido una estrategia política generalizada para que un colectivo con identidad ideológica o de propósitos comunes, permita, qué por la calle del medio, lleguen al poder fuerzas con propósitos distintos de la mayoría.

Y la maniobra no es inocente, fortuita o casual. Los inocentes son los militantes de otras colectividades afines ideológicamente qué ante la amenaza cierta, no reaccionan y deciden votar, sin consideración del riesgo cierto que se cierne para la democracia colombiana.

Así pasó con Bogotá, en donde los egos y vanidades, permitieron que la izquierda gobernara con resultados desastrosos la capital colombiana durante 3 periodos. Samuel Moreno, con el carrusel de la contratación y condenas de la justicia penal que superan los 90 años, es una muestra real, al igual que Gustavo Petro, que sometió a Bogotá a un atraso por sus decisiones equivocadas y a quien uno de sus colaboradores más cercanos Daniel Garcia-Peña, lo llamara un déspota de izquierda.

Estamos seguros que el próximo 27 de octubre el voto útil, de aquel elector que toma su decisión en la urna en consideración del futuro del territorio, de las nuevas generaciones, de la seguridad, ampliará la mayoría que hoy ostenta Carlos Ramiro Chávarro.