La Nación
COLUMNISTAS

La U sin Uribe

El Partido Social de Unidad Nacional fue inspirado por Juan Manuel Santos y prohijado por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, y organizado por el mismo Santos y Oscar Iván Zuluaga, entre otros, en donde muchos dirigentes de disímiles procedencias políticas se congregaban bajo ese nuevo paraguas partidista, y con este aval Uribe se presentaría para la segunda reelección que por fortuna la Corte Constitucional evitó, y en plata blanca comienza a operar con éxito electoral en 2010 para Congreso, constituyéndose en la primera bancada del legislativo, pero en la dinámica de la política se presenta entre sus máximos líderes (Santos – Uribe) un distanciamiento profundo que el país conoce, donde Uribe y los uribistas abandonan el barco, creando lo que ahora se conoce como el Centro Democrático. A mi modo de ver no rima el Partido de la U sin Uribe, como tampoco rimaría sin Santos, y como hubo una liquidación de la sociedad política Uribe-Santos, debería desaparecer también la marca y lógico es pensar que se presenta la oportunidad de que sus activos regresen a sus colectividades de origen.

En una porción grande, La U estaba conformada por dirigentes provenientes del liberalismo, y si hay alguien que tiene un talente liberal es el presidente Santos, quien ha gobernado con ideas liberales y cuyo gobierno se ha distinguido por ser progresista y transformador, creo ha llegado la hora de la reintegración del gran Partido Liberal.

Con la educación y equidad, la paz son pilares del segundo cuatrienio del actual presidente, de la esencia misma de nuestra colectividad partidista, pero solamente un estadista valiente, convencido de la necesidad de reconciliación arriesgando su capital político pero convencido que esta meta es un bien superior patrio, nos llevará a una sociedad donde la vida y la integridad física de las personas sea sagrada y haya condiciones de normalidad para desarrollar nuestro potencial económico.

Nos corresponde a los dirigentes liberales tender la mano y abrir las puertas de nuestra colectividad para que regresen a su seno los copartidarios que por una u otra razón se marcharon o se marginaron de la militancia, con la certeza que hemos retomado la senda y la vocación de poder.