La Nación
Los rostros de la tragedia 7 6 mayo, 2024
HUILA

Los rostros de la tragedia

Los rostros de la tragedia 13 6 mayo, 2024
José Darío García perdió con la avalancha todos sus cultivos de café, dos hectáreas de terreno y su tranquilidad. Fotos Sergio Reyes.
El pasado 18 de marzo, Santa María (Huila) padeció una enorme tragedia cuando una avalancha de enormes magnitudes arrasó con algunas viviendas y muchos cultivos, las vías terciarias y 14 puentes de la montañosa localidad del noroccidente del departamento. Seis meses después LA NACIÓN recorrió todas las veredas afectadas y comprobó que los campesinos están totalmente abandonados, sin ayudas, sin soluciones, incomunicados y sin esperanzas.

Los rostros de la tragedia 14 6 mayo, 2024

Múltiples problemas de comunicación se registran en las veredas de Santa María.

Estos son los rostros de la tragedia.

Los rostros de la tragedia 15 6 mayo, 2024

Las viviendas destruidas en la zona rural de santa María permanecen vacías, a la espera de las ayudas gubernamentales.

El impacto de la avalancha del pasado 18 de marzo en Santa María (Huila) no se ha mitigado y el municipio está casi en las mismas condiciones que cuando el río Baché se desbordó y se llevó todo a su paso. Seis meses después de la tragedia centenares de laboriosos campesinos huilenses se encuentran seriamente afectados por el pésimo estado de las vías terciarias y la destrucción de 14 puentes interveredales que son fundamentales para el transporte de sus cultivos, así como por la destrucción de viviendas y cultivos que representaban todo su patrimonio.

Las deudas de los labriegos con los bancos no dan espera. Perdieron mucho y las ayudas no llegan. La desesperanza y la incertidumbre son evidentes en la zona rural, en donde algunos labriegos recibieron mercados o kits de emergencia luego de que la furia de la naturaleza los dejara incomunicados. Puentes improvisados construidos con guaduas y troncos les permiten sacar sus cultivos, mientras que anhelan el restablecimiento inmediato de los viaductos afectados.

Los campesinos recuerdan con tristeza las promesas gubernamentales de multimillonarias inversiones para la inmediata rehabilitación vial, fundamental para la comercialización de sus cultivos de fríjol, granadilla y café, que ubican al municipio entre los principales productores del país. La única obra que se está ejecutando actualmente en Santa María es la canalización del río Baché, pero para los labriegos esta labor no es prioritaria comparada con las enormes necesidades en las veredas Las Juntas, San Joaquín, Canaán y Santa Librada, tal vez las más afectadas.

Los rostros de la tragedia
José Darío García es un agricultor huilense de 62 años de edad, viudo y muy trabajador. Vive en la zona rural de Santa María y su tiempo está dedicado por completo a la actividad agropecuaria. El pasado 18 de marzo, García salió a buscar unos animales que se le habían perdido, se entretuvo hablando con un amigo y se quedó del carro que lo llevaría de nuevo hasta su vereda. En ese momento sintió mucho afán y decidió regresar a pie hasta su casa.

Los rostros de la tragedia 16 6 mayo, 2024

La casa que construyó durante dos años, con muchos esfuerzos, fue destruida por la avalancha. Esa noche su papá lo salvó de una muerte segura.

“Eran como las 6:30 p.m. y en el camino me encontré con un motociclista y le pedí que me llevara porque iba muy cansado. Había nubes muy espesas en el cielo y amenazaban con una fuerte llovizna. Yo no hice cenita ni nada, me acosté a dormir”, recordó. A la media noche los sonidos de la creciente lo despertaron. “Por aquí y por allá sonaban troncos y piedras. Yo me asomé pero todo estaba muy oscuro. Me puse las botas y el caucho y subí hasta ‘El chongo’. Allá me di cuenta de que la creciente se me había llevado todo”, aseguró el labriego.

La noche de la avalancha don Darío perdió todos sus cultivos de café, dos hectáreas de terreno y su tranquilidad. “A las dos horas volví a la finca empapado, me quité la ropa y me volví a acostar. Muy temprano llegó mi hijo con mi nuera a buscarme. Esa noche el río se me llevó hasta el caballo, era un buen animal, me costó $1.300.000 hace como ocho años. Me quedé a pie”, expresó con desilusión.

Después de la tragedia don Darío tuvo que ceder 30 metros de sus predios para habilitar una carretera alterna, porque la que existía desapareció entre el lodo y el río. Ahora, el humilde labriego no cuenta ni con una malla para encerrar lo que quedó de su finca y tiene que permanecer constantemente en la casa para cuidar las pocas gallinas que le quedaron, antes de que se las roben.

“Después que pasó la avalancha me dieron un mercado, pero desde eso, nadie ha venido a la finca para evaluar los daños o para brindarme ayudas. Nadie nos ha ayudado. Yo necesito con urgencia un bultico de alambre porque necesito cercar de nuevo para que los animales no me anden para allá y para acá”, expresó el campesino.

“En la Alcaldía me dijeron que en unos días me iban a colaborar, pero ya pasaron seis meses y nada. Yo necesito un apoyo económico para poder sembrar de nuevo, cualquier cosa, porque el terreno me quedó limpio, solo palos y piedras, y yo no alcancé a coger ni una pepita de café”, aseguró.

Sin puentes

Los rostros de la tragedia 17 6 mayo, 2024

Allende Polanía aseguró que los costos se han incrementado por los daños de los puentes.

Allende Polanía vive en la parte alta de la vereda de San Joaquín, en donde se afectó el primer puente intervederal. La actividad agropecuaria de Allende quedó suspendida porque la avalancha se llevó sus cultivos. Entre el cruce de las veredas El Placer y Santa Librada, Allende extrae material del río para luego sacarlo a vender, pero los costos son más altos sin las vías habilitadas. Él, junto a sus vecinos construyó un puente de troncos y guaduas para sacar las cosechas de las fincas.

“Todos los que pasan por aquí con las cargas de café, granadilla y fríjol están muy afectados y la misma comunidad tuvo que hacer este puente improvisado. Toda esta tragedia nos ha generado más costos. El transporte de los productos desde aquí a Santa María antes costaba $50.000 y ahora no sale por menos de $150.000 en carro pequeño”, aseguró.

“Estamos en verano y ese puente nos ayuda, aunque hace unos días se averió y estuvimos incomunicados por unos días. Pero apenas inicie el invierno esto no va a servir de nada. Nosotros necesitamos que las autoridades miren nuestras necesidades y tomen medidas al respecto. Apenas cae algo de lluvia el puente se daña y los niños se quedan sin ir al colegio”, insistió el labriego.

“Aquí han venido muchas personas de la Gobernación y de la Nación y nos aseguran que el puente lo van a construir de nuevo. Apenas sucedió la avalancha nos dijeron que en 20 días iban a instalar un puente militar y seis meses después aquí no han hecho ni los estudios. Nos tienen totalmente abandonados”, enfatizó.

Sin casa
Olivo Chala Castro estaba durmiendo junto a su esposa la noche de la avalancha. Hacia las 12:00 p.m. los fuertes sonidos de la tragedia despertaron a don Olivo. Su esposa pensó que los ruidos provenían de algún carro grande, pero para él no era normal que a esa hora transitaran vehículos por Las Brisas, su caserío.

Cuando los sonidos fueron más fuertes Olivo se levantó y presintió lo peor. El fuerte derrumbe de un puente cercano confirmaron su sospecha: el río se había desbordado. En calzoncillos corrió hacia la casa de enfrente, en donde vivía su hijo, su nuera y su pequeña nieta.

“Llamé a mi hijo porque sentía la avalancha encima. Mi hijo salió corriendo también en calzoncillos, con su esposa y su bebé. No alcanzaron a sacar nada. No habían pasado ni cinco minutos cuando sentimos un golpe fuertísimo en su casa. Esa noche mi hijo lo perdió todo: electrodomésticos, muebles, enseres y la vivienda”, aseguró don Olivo con tristeza.

“A nosotros nos da dolor decirlo pero es la realidad, aquí subieron muchos politiqueros a prometernos ayudas. Nos dijeron que esto era prioritario para el Gobierno y que los arreglos se iban a dar muy rápido. Pero lastimosamente aquí no se ha visto nada”, expresó el campesino.

“Muchos amigos han ido a averiguar a Neiva qué gestiones ha hecho nuestro alcalde y no han encontrado nada. Ni para ayudar a los damnificados de esta avalancha ni para las obras que necesita el municipio. Esta carretera de Las Brisas no ha recibido un solo mantenimiento en menos de dos años. Nosotros, comunitariamente, a pico y pala la hemos adecuado. Pero aquí nos sentimos totalmente abandonados por los gobiernos municipal, departamental y nacional”, enfatizó.

“Nosotros no entendemos por qué en otros lugares que también han padecido de avalanchas ya se hicieron adecuaciones. Yo creo que la culpa es hasta de nosotros, por elegir personas equivocadas, que cuando están en el poder se olvidan de nosotros”, puntualizó el campesino.

Sin esperanza
Heriberto Rodríguez aún tiene en su memoria los recuerdos de la noche en que el río se desbordó. “A las 12:08 p.m. se escuchó más fuerte la avalancha. Nosotros nos asomamos y era como ver al río Magdalena. La creciente se nos llevó mucha tierra que estaba dedicada a la labranza, allá teníamos mil matas de café que estaban en plena producción y nos quedamos sin nada. Nosotros solo hemos recibimos unos mercados y un colchón”, aseguró con desesperanza.

Don Heriberto afirmó que además perdió una vega con cerca de mil matas de ahuyama. “Estamos desubicados y manicruzados. Me tocó ponerme a jornalear, a sembrar fríjol en otra parte. Tenemos deudas con el banco y esas no las rebajan”, puntualizó.

Recuadro: Los milagros de la tragedia

Los rostros de la tragedia 18 6 mayo, 2024

Azarías Aldana Garzón junto a su esposa analizan los enormes daños que le dejó la creciente.

Azarías Aldana Garzón se salvó de morir la noche de la avalancha. Inexplicablemente el agua se desbordó por los linderos de su casa, arrasó con todo, pero logró salir ileso junto a su esposa, Etelvina Valenzuela, la madre de sus hijos y su compañera durante 45 años de matrimonio.

Desde hace 43 años don Azarías vive en su finca, en la zona rural de Santa María y toda su vida se ha dedicado al cultivo de la tierra. Con la avalancha perdió parte de su vivienda, sus enseres, 3.500 árboles de café y un lote de pasto de corte.

“Esa noche fue espantosa. Yo creí que no íbamos a vivir más. Primero empezó a llover mucho y me dio miedo porque cayó mucha agua. Le dije a mi mujer que buscáramos los cirios benditos y los prendiéramos. En la sala nos pusimos a rezar y después de un rato me acosté a dormir. Mi mujer rezó el rosario y se puso a leer la Biblia”, recordó.

“Ella sintió un ruido muy fuerte y me pegó un jalón para que me despertara. El ruido era espantoso. Salimos a mirar y el agua ya se estaba entrando. Nos devolvimos a buscar la otra salida y también estaba lleno de agua. Hasta por la carretera bajaba el agua. En un momentico llegó la palizada y el barro nos llegó hasta la cintura”, aseguró.

“El barro levantó una puerta y se metió el agua. Ahí vimos cómo se perdían todos nuestros electrodomésticos y los muebles. Mi mujer tenía ganas de tirarse por la reja pero yo no la dejé. Esperamos hasta que bajó todo el barro y salimos por un camino hasta una casa vecina, embarrados, mojados y muy asustados”, recordó.

“Allá nos prestaron ropa y nos cambiamos. Al momentico volvió a bramar la tierra y se vino otro lodazal. Ese fue el que me destruyó todo el beneficiadero. A las 4:00 a.m. volvimos a la casa con un amigo y yo estaba preocupado porque el perro estaba amarrado. Desde las 2:00 a.m. no lo volví a escuchar y pensé que se lo había llevado el agua. Alumbramos la palizada que quedó en donde estaba el perro y a pesar de todo lo que pasó, el perro estaba vivo”, aseguró.
Don Azarías calcula en 70 millones de pesos las pérdidas totales a causa de la avalancha y ya no tiene esperanza en las ayudas. “Aquí vinieron políticos a ofrecernos ayudas. El Director Nacional de Gestión del Riesgo nos prometió auxilios por 35 millones de pesos para la reubicación de la casa y para la construcción. Nunca llegaron los subsidios. Nos dieron unas remesas, dos colchones y unas cobijas. Estamos preocupados porque tenemos una obligación con el banco, tengo que pagarle cinco millones a Utrahuilca”, puntualizó.

Alcaldía de Santa María responde
Néstor Ariel Polanía Daza, alcalde de Santa María, aseguró que seis meses después de la tragedia el municipio está muy afectado. “Cuando nos reunimos con Carlos Iván Márquez, el director nacional de Gestión del Riesgo, él evaluó los daños en 26.000 millones de pesos. A la fecha de hoy nos entregaron las ayudas humanitarias como mercados y frazadas”, expresó el mandatario.

“En el tema de infraestructura hemos recibido materiales para cuatro acueductos que resultaron averiados y nos aprobaron dos mil millones de pesos de la Unidad de Riesgo y mil millones por parte de la CAM para la construcción de un muro de contención, en el casco urbano”, aseguró.

Polanía Daza aseguró que por la topografía ha sido muy difícil la reubicación de predios pero se va a iniciar la primera fase con una inversión de seis mil millones de pesos. “Este lunes vamos a ir a la Unidad Departamental de la Gestión del Riesgo para que nos hagan el desembolso. Estamos buscando soluciones”, reiteró.

Los rostros de la tragedia 19 6 mayo, 2024

Los labriegos implementan puentes construidos con troncos que les permiten superar algunas dificultades, pero que son conscientes no son suficientes.

 

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