Neiva: la ciudad en el papel y la ciudad real

La capital del Huila dista aún mucho de ser la ciudad a la que le apuntó el Plan de Ordenamiento Territorial, fijado hace más de doce años. La capital del Huila dista aún mucho de ser la ciudad a la que le apuntó el Plan de Ordenamiento Territorial, fijado hace más de doce años. El actual gobierno local intenta mirar hacia ese objetivo. Sin embargo, el camino por recorrer es todavía muy largo. Rafael Trujillo LA NACIÓN, NEIVA

El camellón de la calle 14, un espacio público que se transformó, más allá de lo previsto en el POT, en una “zona rosa”.

Espacios

Neiva es una ciudad en el papel y otra, a veces muy diferente, la que se ve en la realidad. La ciudad de papel está en el Acuerdo 026, aprobado en el Concejo de Neiva en el año 2009. Ese Acuerdo “revisa y ajusta el Acuerdo número 016 de 2000”, que adoptó, más de doce años atrás, el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, de Neiva. En 674 artículos, el Acuerdo de 2009 habla en extenso de hacia dónde debería apuntar el desarrollo presente y futuro de la ciudad. No solo indica cuál es la organización administrativa de Neiva, sino que menciona asuntos sin resolver: dice cómo deben de ser los andenes (artículo 123), o se refiere a proyectos de los que ni siquiera se habla en la actualidad (baños públicos, artículo 102, y ciclo rutas, artículo 259). La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial advierte que “el ordenamiento territorial es un instrumento de planificación y de gestión de las entidades territoriales” (departamentos y municipios). Agrega que es “un proceso de construcción colectiva de país”, y que tiende a “una adecuada organización político-administrativa del Estado”, entendiendo el desarrollo territorial como “desarrollo económicamente competitivo, socialmente justo, ambientalmente y fiscalmente sostenible” (Artículo 2, “Concepto y finalidad del ordenamiento territorial”, Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial). Como podrá advertirse, se trata de un ordenamiento que en buena parte está, por ahora, en el papel. Y no únicamente en Neiva. Pero en la capital huilense “tenemos una mezcla con elementos indeseables. Las zonas rosa, por ejemplo. Si usted me pregunta dónde debe quedar una zona rosa, ese es un problema. Vivimos en una cultura del ruido y de invasión del espacio público, que hacen que una zona rosa no se pueda consolidar”, explica Rafael Hernando Yepes, presidente para el Huila de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Agrega que “hay temas muy neurálgicos. Dónde hacer una zona industrial, por ejemplo. En el sur hay brisas que pueden llevar la contaminación a zonas residenciales. A cambio, el municipio de Palermo ya nos tomó ventaja en este asunto. Cuál es el modelo que queremos, si una ciudad dispersa como ahora, o más compacta, evitando todos esos conflictos que tenemos hoy, y tratando de que se respeten las normas”. Complejidad Pero el único problema no reside en que el Acuerdo Municipal que fijó el POT de Neiva diga una cosa y la realidad sea otra. El mismo documento es complejo, de difícil entendimiento, con normas municipales que parecen ir en contravía de normas nacionales, cuando debería de ser lo contrario: la verdadera hoja de ruta de la ciudad, que pudiera ser consultado y manejado por cualquier ciudadano, y no solo por unos pocos expertos. “Yo creo que la ciudad necesitaría tener un POT más claro y sencillo, y más como una construcción de los ciudadanos, no como una imposición, para tener un proyecto de ciudad, con un modelo a construir, y no como un instrumento para legalizar iniciativas”, explica el arquitecto Fernando Cortés Larreamendy. Cortés tiene una amplísima trayectoria en urbanismo y arquitectura, docente universitario y diseñador de varios proyectos en Neiva y el Huila. “El POT se ha quedado muy atrás frente a las necesidades de la población, y ahora confundió al territorio, lo fraccionó. Empezó a hablar de un lenguaje muy técnico, de unidades de planificación zonal, de unidades de gestión local, de fraccionamientos que desconocen hasta los mismos límites de una comuna. Se forman unas confusiones que la gente no entiende y a su vez el técnico tiene problemas para explicar y plantear propuestas sobre ese modelo”, añade Rafael Hernando Yepes, presidente para el Huila de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. En ese difícil propósito de hacer un POT más sencillo y de fácil comprensión, anuncia que está la Administración municipal de Neiva. Augusto Borrero, director del POT y Ordenamiento Urbanístico, confirmó a LA NACIÓN que avanza un proceso de reformulación del actual POT. “En el año 2000, el entonces alcalde, Jorge Escandón, presentó al Concejo el primer plan de ordenamiento y fue aprobado mediante Acuerdo 016. La ley permite que cada administración modifique el POT. En la alcaldía de Cielo González no se hizo ajuste alguno. Héctor Aníbal Ramírez hizo ajustes en 2009 y quedó concentrado en el Acuerdo 026 de 2009, que es el que rige hoy. La ley dice que mientras no se haga la reformulación, continúa vigente el POT. Por mandato legal, nos corresponde hacer la reformulación del POT que tendrá una vigencia por otros doce años. Eso no significa que desechemos todo lo que hay. Vamos a revisar el 016 como el 026, para ver que retomamos de allí y reformulamos el POT”, dijo Borrero. El proceso que va en marcha no es fácil, y no terminará mañana. Ha habido una serie de reuniones con comunidades, por comunas en la zona urbana y luego con los corregimientos en la parte rural. Con base en lo que la comunidad plantea, se hará un diagnóstico y, sobre noviembre de este año, podrá estar la reformulación del POT, el nuevo documento, que será de nuevo presentado a la comunidad. “A partir de ahí, vendrá la pre aprobación como tal, el documento irá a Consejo de Gobierno, luego a la Corporación del Alto Magdalena, al Consejo Territorial de Planeación y finalmente al Concejo de Neiva, para su aprobación”, añadió Augusto Borrero. “No haremos un POT desde la oficina. Necesitamos que tenga mucha participación, esto es construir ciudad, y la idea es que la gente que vive en la ciudad participe activamente, y aporte ideas para construir ciudad”, concluye Borrero.

la ciudad en el papel y la ciudad real
El camellón de la calle 14, un espacio público que se transformó, más allá de lo previsto en el POT, en una “zona rosa”.
Sin embargo, como muchos otros municipios, Neiva experimenta un desarrollo que va de lo caótico a la falta de planeación. Su crecimiento es desorganizado, alejándose del centro, con un vertiginoso incremento de la actividad comercial y de vivienda en barrios y sectores periféricos. También en el papel, se habla de “ciudad-región”, y de “volver la cara al río Magdalena”. En la práctica, nada. “La ciudad se está desarrollando de forma dispersa y desordenada, porque el mismo POT no ayuda a que se de esa organización. No se entiende cómo los planes de vivienda se desarrollan en los extramuros de la ciudad. Esto se traduce en más tiempo de movilidad, más infraestructura de servicios públicos. Esto merma calidad de vida, porque el ciudadano va a emplear más tiempo en desplazamientos, va a descansar menos”. Con base en los encuentros con la comunidad, el equipo de trabajo de la Administración Municipal que socializa el POT ha encontrado varios asuntos que son denominadores comunes a toda la ciudad. Augusto Borrero los resume en tres temas: vías, espacio público y la invasión de las zonas de exclusión. “Miremos el tema vial. La calle octava, por ejemplo, con el desarrollo del oriente se va a quedar corta. Va a colapsar. Habrá que pensar a largo plazo, con vías como la circunvalar de oriente. Algunas vías proyectadas inicialmente en el POT del año 2000, las modificaron y no encontramos ninguna razón de ser de ese cambio. Por ejemplo, la carrera séptima, que debe atravesar la ciudad de norte a sur, y vemos que ahora en el sur la cortaron y construyeron unas bodegas. Neiva es una ciudad con mucha movilidad y se está quedando corta”, precisó Borrero.
Espacios que permitirían densificar la ciudad en zonas céntricas, con lotes cerrados.
Espacios que permitirían densificar la ciudad en zonas céntricas, con lotes cerrados.
El segundo es la ocupación del espacio público. “Es muy álgido, y por eso buscamos tener un plan maestro del espacio público que sea la guía para tomar las decisiones sobre este asunto”. El tercer tema es la invasión de las zonas de exclusión. “En las rondas de los ríos, hemos encontrado que muchas personas por la necesidad, pero sin tener en cuenta la reglamentación existente, ocuparon las zonas de ronda. Cuando vienen las lluvias, vienen las inundaciones, las avalanchas, y estas familias se ven afectadas. Esto está en el papel, en el POT, pero no se está cumpliendo”, recuerda Borrero Durán. No obstante, no son los únicos desafíos. Según informó Borrero, “hay mucha contradicción en el tema del uso del suelo. No sé con qué mecanismos, la pasada Administración municipal modificó el uso del suelo a algunos establecimientos comerciales sin ninguna justificación y contraviniendo las normas, pues el único que puede modificar el uso del suelo es el Concejo de Neiva”. Los cambios en uso del suelo, como cualquier otra modificación similar, generan afectaciones no únicamente para el gobierno. Un inversionista a quien le cambian las reglas de juego pierde su confianza en una eventual inversión. Según la denuncia de Augusto Borrero, el POT no dice que sitios como el camellón de la 14 pueda ser una zona rosa. “Tengo entendido que se dieron algunos permisos sin cumplir la normatividad, ni de parqueaderos, ni controles de insonorización. Esto genera unos inconvenientes que esta Administración deberá de afrontar. Entendemos que la gente hizo una inversión, pero también tenemos claro que nuestra responsabilidad es con la ciudad y hay que cumplir la normatividad”. La semana que comienza habrá nuevas reuniones con la comunidad, para avanzar en el análisis de lo que la ciudad verdaderamente quiere y necesita, teniendo como base un POT, como herramienta de planificación de la ciudad a corto y mediano plazo. Mientras se produce un proceso activo de participación de la ciudadanía, y sectores gremiales, sociales, institucionales y ambientales lograr articular el interés por la ciudad que todos aspiramos a tener, Neiva seguirá creciendo. Pero, como el cáncer, será, probablemente, un crecimiento caótico y desordenado. ‘Neiva le dio la espalda al Magdalena’ El arquitecto Fernando Cortés Larreamendy conoce muy bien a Neiva y al Huila. En Neiva, diseñó espacios como la zona peatonal de la carrera quinta. Sus conocimientos le han llevado a tribunas nacionales e internacionales. A la hora de determinar ventajas y debilidades de un POT como el de Neiva, Cortés explica que una de sus premisas tiene que ver con el hecho de que la ciudad le está dando la espalda a sus paisajes, en especial a su recurso hídrico. “Parece que aún no nos hemos comprometido en este proyecto colectivo, el del malecón del río Magdalena. No debemos verlo en términos políticos o locales, o que lo hizo un mandatario, y entonces llega otro y no se apoya. Debemos pensar en fortalecer más esa relación entre la ciudad y el río. Se hizo la inversión del malecón, y veo que sobre el malecón las manzanas alrededor siguen lo mismo. Al contrario, se ha fortalecido una zona rosa, que si bien es necesaria, también genera problemas frente a las zonas residenciales. Yo soñaría con nuevos proyectos inmobiliarios sobre el malecón… ¡hoteles, por ejemplo! Pero ese proyecto de recuperación de ciudad existente no lo veo”. “La imagen que proyecta Neiva es de una ciudad acuática, que queda sobre el río Magdalena. En la medida en que mejore esa integración y ese fortalecimiento, por ese frente de río, va fortalecimiento su venta como imagen. Entender que es una ciudad acuática, sobre un borde fluvial y hacer esa recuperación mancomunada, con el municipio de Palermo desde el otro lado, es pensar como un gran jardín, como un gran epicentro de desarrollo. Ese proyecto está por hacerse, y definir cuál es la identidad de la ciudad que debe proyectar. Yo veo esas islas sin iluminación, un espacio muerto. En ciudades europeas, los bordes fluviales son ampliamente recorridos, muy iluminados, para reconocer la brisa y el olor y la sensación de lugar natural, el locus solus, el espíritu del lugar, y del que hablan los antiguos y los indígenas, un alma que ocupa desde los antepasados un sitio o lugar. Por eso, hay que revivir ese espíritu de la identidad regional, de su geografía, de su fauna y flora, e inclusive sentir el silencio de la naturaleza y no el ruido de la ciudad. La ciudad, creo, debería de aprender a ser más silenciosa, en términos de permitir el ruido de esa naturaleza”. El centro cerrado “No me gusta el cerramiento nocturno del centro de la ciudad. Ojalá el centro fuera abierto y dinámico, y hubiera hoteles en las grandes casas antiguas, reciclándose en nuevos espacios comerciales. Se generarían proyectos de mejoramiento de esos sectores, en los que lo comercial existente se fortaleciera, y le quedaran esos beneficios a la ciudad”. A la periferia “El centro y sus áreas aferentes no tienen una vocación de mejoramiento de generación de nuevos parques, de inversión privada en nuevos desarrollos urbanísticos. Veo que el desarrollo se está dando más allá del centro, casi en la periferia, cuando la sostenibilidad implica que utilicemos lo existente, el suelo urbano ya adecuado”. Ciudad-región “Es reconocer las ventajas o los beneficios, más que imponerse una capital a otros municipios. Es reconocer que asociados podemos ‘vendernos’ en un término positivo. Cada municipio, Rivera, Palermo, Yaguará, o la zona de La Tatacoa, tienen ofertas importantísimas. Uno tiene un desierto, otro el agua, todo hace parte de un recorrido. Es generar una alianza para entre todos manejar un territorio sosteniblemente, estableciendo unas acciones mínimas de zonas industriales, de vías, de corredores ecológicos. Es una propuesta concertada, no obligada”. Las autoridades deben… “… articular más sus proyectos específicos al proyecto de ciudad. Que ojalá ellos instauraran un compromiso con universidades y colegios una cátedras de cultura urbana y ciudadana, y enseñar cuál es la historia de la ciudad, su memoria, recordar crónicas de antiguos, recuperando sectores, casas, proyectos, y que esas cátedras permitan formar líderes, compromisos y hasta personas que van a votar no por un proyecto político específico del mandato de turno, sino un proyecto de continuar construyendo a la ciudad y a la región. Formar un ciudadano activo, enriquecedor. No es podar el árbol, entendiendo a la ciudad como un gran árbol, es fortalecer ese árbol para que crezca mejor. Es establecer otro clima en la discusión electoral, donde alcaldes y gobernadores hagan compromisos de territorio y de ciudad, de solidaridad con una época, una ciudad y un territorio”. Foto Óscar Roldán

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