La Nación
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No hay Belo Horizonte

No hace mucho, la banca mundial anunció que esta sería la década de América Latina; que mientras Europa y Estados Unidos luchaban contra el desempleo y el déficit, los países de esta región mantendrían el crecimiento, el equilibrio fiscal y su pobreza se reduciría. Falsas ilusiones. 

Cada vez que en estas latitudes se proclama que las bonanzas son permanentes, nos relajamos, se actúa como si fuéramos pudientes y, al fin y al cabo, solo nos queda el guayabo o la resaca, tan de moda ahora en nuestras festividades. Los casos más críticos son Venezuela y Argentina, con sus economías tambaleando, escasez de alimentos y divisas, gigantescas tasas de cambio paralelas, polarización social y profundas crisis políticas. También Brasil sufre de un agudo estancamiento, pesimismo generalizado y manifestaciones multitudinarias, que recuerdan la primavera Árabe y están poniendo contra las cuerdas a la presidenta Dilma Rousseff, y a su partido de gobierno PT (Partido de los Trabajadores).

Así como la revaluación fue lo relevante de la prosperidad pasada, la devaluación registra ahora el cambio de los tiempos. Desde abril pasado la devaluación del real ha sido de 11.8% (Brasil); del sol 10.6% (Perú); del peso Chileno 9%; del peso mexicano, 8.6% y del peso colombiano, con una de las menores cifras, 6.2%. Esta devaluación del peso, causada por el complicado entorno económico internacional, tiene tanto de largo como de ancho. La economía en Colombia también se desarregló. Disminuyó el crecimiento; algunos sectores están en bancarrota y otros registran cuantiosas pérdidas, numerosos proyectos de inversión extranjera se han aplazado o cancelado. Las expectativas, sin ser críticas todavía, se han disminuido ostensiblemente.

Las protestas en Brasil, van en aumento día tras día. Lo que empezó como un rechazo al aumento de las tarifas de transporte, ya lleva 3 semanas con millones de personas protestando con una amplia lista de peticiones: lucha contra la corrupción, transporte subsidiado, mejoramiento de los servicios públicos, salud y educación. No es fácil explicar cómo un país que ha logrado grandes transformaciones económicas y sociales en la última década, viva su propia “primavera” con indignados por doquier. ¿Dónde será la próxima insurrección? Colombia está anestesiada, pero con los carruseles de corrupción y las crisis en: salud, educación, infraestructura vial, sistema penitenciario, justicia, minería, agricultura, ganadería, etc.; en cualquier momento pueden a aparecer la chispa y las redes sociales, que van a conectar el inconformismo y las propuestas de los diversos sectores afectados e indignados.