La Nación
COLUMNISTAS

PINCELADAS DE UN GRAN HOMBRE

Permítame, amigo lector, ofrecerle algunos comentarios sobre la vida y obra, en cuanto lo permite la brevedad de una columna periodística, del dilecto amigo, de alguna manera emblema huilense de las últimas generaciones, el doctor GUILLERMO PLAZAS ALCID. Gracias mi querida escritora y periodista Marta Eugenia López, por habernos regalado las MEMORIAS de un ilustre opita que, en su personalidad, muestra la grandeza de este pueblo, tan sufrido y tan grande. La calidad humana no viene por arte de magia o por generación espontánea, detrás de  ella, está una familia. En la vida del doctor Guillermo influyeron algunas personas, pero sobre todo, su excelente progenitora. Ella plasmó en su carácter el sello de la honestidad, del trabajo perseverante, del respeto por todas las personas y sus ideas, del amor a su terruño y cultura, la lucha y perseverancia en la búsqueda de un futuro mejor para él y las causas nobles que enarbolaba. Una vida apasionadamente amante de la justicia y el bienestar de un pueblo, del que él hace parte. Sus propuestas de cambio no estaban marcadas por resentimientos sociales, sino que, partiendo  de nuestra propia identidad cultural, proponían caminos nuevos que encaminaran a los hombres por senderos de justicia y de paz. Podríamos hablar tantas cosas buenas de nuestro connotado huilense, pero me limitaré a la espléndida y agradable velada que gracias a la Cámara de Comercio, en cabeza del doctor Ariel Rincón, nos ofreció a un buen número de personas el pasado miércoles 22 de febrero. El coloquio con su hermosa hija, María Consuelo Plazas Serrato, fue de antología. La descripción diáfana de su vida llena de sencillez y calor familiar, nos deleitó a todos de manera singular. La espontaneidad de sus anécdotas, mostraban la nobleza del homenajeado. Su vida familiar ha sido el secreto de sus éxitos en su vida política y social: detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. En su pequeño paneo biográfico que iba desarrollando María Consuelo, se reflejaba  el calor humano de un hombre, profundamente hogareño y marcado por el respeto y afecto por propios y extraños. La clase empresarial y política presentes, pudieron saborear la calidez de una vida al servicio de causas grandes. Por ninguna parte apareció el resentimiento o el odio: un corazón abierto para todos, sin renunciar a sus principios; el respeto por todos es una de las muestras de su grandeza. Las altas posiciones que tuvo en la vida pública, no hicieron metamorfosis en su vida; por el contrario, la grandeza de su espíritu sobrepasaba cualquier mezquindad. Como pocos supo mantener el equilibrio de sus convicciones políticas con las posiciones de sus adversarios en la lucha, aceptando que todo hacía parte del juego democrático. Su inteligencia marcada por la sencillez y la honestidad, lo llevaron a retirarse de la escena política. En una cultura tan secularizada en donde pareciera que sobrara Dios, para nuestro personaje, Dios ha sido el referente de su conducta: ¡Qué ejemplo para las futuras generaciones! En una sociedad, a veces, tan polarizada, qué bueno tener estos escenarios de convivencia y de crecimiento humano. La vida del doctor Plazas es una enseñanza permanente.