La Nación
OPINIÓN

Posacuerdo

Algunos sectores políticos que apoyan el Proceso de Paz de La Habana se preguntan sobre su impacto en el bienestar de la población. El silenciamiento de los fusiles, aducen, no es por sí mismo garantía de paz y equidad permanentes.

Lo hasta ahora conocido, opinan, constituye sólo un marco general para la dejación de armas o una entrega de las mismas, pero no hay precisiones en cuanto a programas para la reinserción efectiva de los combatientes a la sociedad en procura de evitar males peores al país.

Tampoco las hay en lo tocante a problemas sentidos del pueblo colombiano, entre otros cubrimiento total en servicios de salud y acciones de saneamiento básico, acceso a educación de calidad y a la cultura, cobertura de servicios públicos gratuitos y eficientes para los más pobres o de costo adecuado para el resto de la población, ofertas de empleo digno, participación política en condiciones de igualdad para todos, realización de una reforma agraria integral, políticas soberanas para la defensa del territorio y decisiones gubernamentales dirigidas a renegociar los leoninos y perjudiciales Tratados de Libre Comercio.

Expresan también su desacuerdo con las declaraciones de Santos sobre el rumbo económico del país, quien desde el arranque  del Proceso ha dicho que el Modelo Neoliberal vigente en el país no está en discusión.

Este modelo no sería garantía de paz y equidad para los colombianos, máxime cuando la OXFAM, confederación internacional de diecisiete organizaciones que trabajan en noventa países para encontrar soluciones a la pobreza y la injusticia, reveló en estos días una investigación sobre la desigualdad que ha recibido gran atención en todo el mundo.

Según esta investigación el patrimonio del 1% de los más ricos del mundo superará en 2016 al del 99% restante: “Esto es, 72 millones de personas tendrán más patrimonio que casi 7.200 millones juntas. En 2014, los miembros de esta élite internacional poseían de media 2,7 millones de dólares por adulto. El resto de la quinta parte más rica de la población (20%) posee el 46% del patrimonio mundial, mientras el 80% de la población mundial se reparte tan solo el 5,5% restante".

Este estudio ha sido avalado también por el Financial Times, que efectuó un cálculo similar, con esta declaración: “…el acceso a la riqueza en todo el mundo es intolerablemente desigual”.

El índice de desigualdad establecido por el Coeficiente de Gini va de 0 a 1: mientras más se acerque a 0 indica mayor igualdad; mientras más se acerque a 1 indica mayor desigualdad. En Colombia, de acuerdo con el DANE, fue de 0.539 en 2013, cifra que empeora en el caso de las zonas rurales.

En lo relativo al Huila los datos son muy preocupantes: en 2013 el 47% de la población “vivía en la pobreza…mientras que en el país la tasa se ha venido reduciendo e iba para ese año en el 30%, es decir, otro indicador que nos ubica debajo de la media nacional”, según informa Raúl Eduardo Sánchez en reciente columna publicada en este diario (ver Para los candidatos)

Este año se realizarán elecciones regionales en el país, que estarán cruzadas de manera transversal por los desarrollos del Proceso de Paz. Lo menos que se puede exigir a los candidatos de los partidos y movimientos sociales huilenses que participen, además de honestidad y compromiso, es la presentación de propuestas para superar la pobreza y la desigualdad en el Departamento, elaboradas con base en estudios o investigaciones de carácter científico y enriquecidas con las opiniones y vivencias de los sectores populares en un diálogo de saberes, y no la simple enumeración de temas que no se traducen en propuestas con respaldo científico y no pasan de ser una suerte de listas de mercado.

Llama sin embargo la atención que en los documentos de La Habana relativos a la discusión sobre el tema rural se registra el concepto indígena de Buen Vivir para el mejoramiento social, consistente en una relación particular del hombre con la sociedad, la naturaleza y el mercado, distante de la acumulación de bienes materiales como factor principal del desarrollo, que integra además principios éticos alternativos y criterios como la relación del ser humano con su entorno natural.

El Buen Vivir contempla también que el progreso no debe medirse en términos del PIB, sino a partir de indicadores de la satisfacción de las necesidades de las personas. Se habla de este concepto como una reacción al neoliberalismo y al extractivismo, considerados la causa de las desigualdades.

Esta idea, surgida de la cosmovisión de los pueblos originarios, conjugada con los artículos sobre los Derechos en la Constitución de 1991 y con las agendas de los movimientos sociales del Departamento, podría ser un buen insumo para la elaboración de propuestas de mejoramiento social para los huilenses.