La Nación
Tragedia de lo desconocido 1 1 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Tragedia de lo desconocido

Marco Fidel Rocha Rodríguez

A nivel personal los hechos que vienen ocurriendo en Venezuela en muchas ocasiones son desconocidos, pero la tristeza es inmensa y uno no encuentra palabras para describir cuando padres, hermanos, amigos y vecinos están atravesando por situaciones complejas producto del hambre y de las enfermedades.

Muchos de los desplazados venezolanos que están en otros países, buscando cómo sobrevivir, deben destinar parte de sus escasos recursos, dineros importantes para poder enviar a quienes se encuentran incrustados en esa maraña de problemas acosados por la inseguridad, el hambre y la falta de salud. Muchos se han comprometido a enviar periódicamente ya sean fármacos o recursos alimenticios para poder cumplir sus deudas de afecto, amor y cariño.

Esta situación que están viviendo muchos de los ciudadanos desplazados, hacen que ellos vivan diariamente la gran tragedia de poder atender a esos familiares y amigos que no han podido salir del país, que por razones de orden sentimental se han resistido a abandonar su patria. Estos compromisos de honor son verdaderamente dolorosos y conseguir las cuotas para enviar semanal o mensualmente es un verdadero camino de espinas.

Sumado a todo lo anterior las esperanzas de regresar a su patria deshecha y destruida por unos pocos “personajes” que poco les importa el destino de Venezuela y de sus ciudadanos, la ven cada vez más lejana. Sumado a esto se dan cuenta de cómo el resto del mundo es ajeno a la barbarie de quienes ante los ojos de los enfermos y hambrientos ven arder y saquear los vehículos con la ayuda humanitaria, la misma que el dictador ha ordenado destruir a toda costa y justificado con las mentiras más grandes que uno puede imaginar.

Debemos salirnos de los conceptos macros y entender a nivel personal esta difícil e insostenible situación y procurar, en lo posible, que la solución de ese querido país y de sus destacados ciudadanos para que no continúe sufriendo las 24 horas del día lo insufrible y entender que no podemos ser ajenos al dolor y al hambre de nuestros hermanos venezolanos.

Cuando un dictador se atreve a incendiar la comida y a destruir los fármacos necesarios para evitar la muerte de muchos enfermos, es capaz de eso y de mucho más. No nos podemos quedar callados y dejar en manos de unos pocos las soluciones que demanda esta difícil situación. Debemos actuar y exigir que algunos organismos internacionales, creados por nuestra sociedad para atajar este tipo de atropellos, actúen con la debida prontitud.

 

¡TODOS POR VENEZUELA!