La Nación
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2017: ¡a elevar el debate!

Ni Uribe y Santos se abrazarán. Ni Timochenko ni Márquez dejarán el cinismo. Ni Viviane Morales ni Claudia López coincidirán. Ni Roy Barreras ni María Fernanda Cabal evitarán expresarse y pensar como lo hacen. Ni usted convencerá a su vecino de que este es un gobierno castro-chavista ni él lo persuadirá de que el presidente sí se merecía más que ninguno el Premio Nobel de Paz.

Si ya sabemos que en 2017 casi todo seguirá igual, ¿por qué no ponernos de acuerdo para tramitar nuestras inevitables diferencias un poco mejor? ¿Qué tal si nuestro propósito para este nuevo año no es cambiar al otro sino entender al otro? ¿Qué tal si nos proponemos respetar a los demás, defender su derecho a expresarse sin agredirnos y sin jugar a ser dioses poseedores de la verdad?

El 2016 que se acabó nos dejó un difícil legado de saturación política y polarización indeseable. No porque existan marcadas diferencias, partidos de izquierda o de derecha o líderes antagónicos con caracteres fuertes. El problema es que además de la coexistencia de polos opuestos que nos tiene divididos por mitades, perdimos el sentido de las formas a la hora de dar los más trascendentales debates. Creemos equivocadamente que sólo el fondo importa cuando la manera de exponer nuestras ideas y de referirnos a nuestros contendores ha creado un difícil clima de hostilidad que puede desatar nuevas violencias. El lenguaje como forma de perpetuación de la guerra en un país como Colombia resulta la peor de todas las armas que nos amenazan como sociedad. Por eso la invitación en esta columna es a desarmar los espíritus, a seguir criticando y opinando pero con altura. A elevar el nivel del debate y a darle un tono moral del que hoy carece.

Por supuesto que la primera responsabilidad de que esto sea así recae en nuestros líderes pero nosotros tenemos como ciudadanos el deber de presionarlos para que ello ocurra y de poner en marcha en nuestras conversaciones diarias, en las redes sociales de las cuales hacemos parte y en nuestros entornos inmediatos la activación de protocolos que nos permitan pensar, sentir y decir lo mismo pero de mejor manera. El 2017, un año preelectoral, definitivo para la democracia y difícil económicamente hablando debe hacerse llevadero con un pacto genuino por elevar el debate y abrazarnos en la diferencia. ¿Seremos capaces?