La Nación
EDITORIAL

Los muros contra la mujer

Hace apenas medio siglo la mujer en Colombia no tenía derechos políticos y un poco más atrás ni siquiera se le permitía disponer de sus propios bienes; desde la misma educación se le imponían reglas hoy absurdas en cuanto prepararse para el sometimiento al hombre, aislándosele de tomar parte activa en la vida económica, social o política del país. Hace apenas medio siglo la mujer en Colombia no tenía derechos políticos y un poco más atrás ni siquiera se le permitía disponer de sus propios bienes; desde la misma educación se le imponían reglas hoy absurdas en cuanto prepararse para el sometimiento al hombre, aislándosele de tomar parte activa en la vida económica, social o política del país. Sin embargo se han dado pasos enormes, aún no suficientes, para la plena inserción de la mujer en todos los aspectos de la sociedad, sin distinción o discriminación ninguna y abriéndosele camino equilibrado para emular, competir y/o compartir con el hombre. Y ha sido, fundamentalmente, la Constitución de 1991 la que ha sentado las grandes bases de la reivindicación femenina en Colombia. Buena parte del contenido de la Carta Política tiene como epicentro los derechos y libertades del ser humano en su conjunto, respetando las diferencias pero dándole igual tratamiento, incluyendo la precitada discriminación positiva. La misma concepción política que tiene Colombia desde hace 20 años se ha centrado en la preponderancia de sus habitantes y no en el Estado mismo, como prevaleció desde la Constitución de 1886. Y allí la mujer ha encontrado escenario adecuado para involucrarse a fondo, hombro a hombro, con su par masculino, para enfrentar la desigualdad a la que ha estado sometida. La “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, constituye otro alegato en favor de las reivindicaciones femeninas y una proclama auténtica de la universalización de los derechos humanos. De esa oprobiosa discriminación, se avanza lentamente al lógico reconocimiento y al nuevo rol que ejercen en otros escenarios distintos al del hogar. Y es allí, donde la mujer ha demostrado las grandes fortalezas y el liderazgo  para abrirse paso como actor social fundamental. En el Huila, han logrado un significativo reconocimiento con gobernadora a la cabeza, tres diputadas, tres alcaldesas, varias concejalas y tres mujeres dirigen las contralorías. En todo caso falta mucho trecho para darle a la mujer su dimensión justa dentro de la sociedad. El maltrato en su contra sigue siendo asunto de fondo, derivado en buena parte del entorno de ignorancia a la que son sometidas; persiste desequilibrio en el reconocimiento salarial, en el que el promedio de los hombres gana más que sus pares femeninas; su papel laboral es más duro puesto que prevalece la condición de madre; los rezagos religiosos, sin siquiera referirnos al extremo oprobioso de algunos sectores musulmanes, no tienen siquiera fecha próxima para desaparecer, en tanto que el mundo político, en el que se toman las decisiones para toda la sociedad, aún tiene puertas difíciles de abrir para ellas. Hoy es un buen día para reflexionar acerca de cómo insistir – mujeres y hombres – en derribar esos injustos muros. “Y es allí, donde la mujer ha demostrado las grandes fortalezas y el liderazgo  para abrirse paso como actor social fundamental.”. EDITORIALITO El 8 de marzo fue proclamado por la ONU como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Un homenaje que se le tributa a la lucha incansable por sus derechos.