La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡Basta ya Gustavo Petro!

Juan David Huertas Ramos

Han sido muchas las veces en las que el senador de la Colombia Humana, Gustavo Petro Urrego, ha humillado a los colombianos de más bajos recursos endilgándoles ser delincuentes.

El más reciente de estos irrespetuosos y reiterativos hechos, tuvo lugar el pasado 8 de septiembre cuando Petro publicó en su Twitter, lo siguiente:

La inseguridad de Bogotá se debe al hambre. Una fuerte política social podría garantizar mejores niveles de seguridad a toda la ciudadanía”.

El senador de la Colombia Humana respondió con ese tuit a la alcaldesa Claudia López, quien aseguró en rueda de prensa que los niveles de inseguridad y vandalismo incrementaron en Bogotá por cuenta del Paro Nacional del 28 de abril de 2021 (Lo cual llama la atención, pues, Petro ha reiterado no ser promotor del Paro ni de los subsecuentes hechos. Naturalmente, su defensa no exigida del paro y demás sugiere lo contrario).

El otrora guerrillero del M-19 y aprendiz de Hugo Chávez, dejó clara la infame intención que esconde detrás de su falaz tuit. El razonamiento es muy sencillo. Si aceptamos la hipótesis de Petro en la que asegura que el hambre es la causa de la inseguridad en Bogotá y, por lo tanto, de la criminalidad, deberíamos aceptar que las personas de bajos ingresos en Colombia son delincuentes, hecho que no solo es falso sino atrevido y en suma irrespetuoso.

Por otro lado, deberíamos aceptar también que con mercados podríamos resolver el problema de la criminalidad en Bogotá y el resto del país. ¡Vaya idiotez!

Dejando de lado lo fútil del discurso de Petro, considero muy importante indicar que estar de acuerdo con él no es un asunto de orden ideológico sino ético. Es decir, apoyarle electoralmente implica reivindicar las vías de hecho, la ilegalidad que implica alzarse en armas contra el Estado y las practicas violentas de la insurrección guerrillera.

El país ya está acostumbrado al “método molotov o incendiario” que usa Gustavo Petro para acompañar sus indignas intenciones presidenciales. Sin embargo, es preciso exigirle respeto. El país no padece de estupidez colectiva como para olvidar que Petro en su juventud, profesando el ideal maquiavélico -el fin justifica los medios- hizo parte de la guerrilla del M-19 y arremetió de forma conjunta con el Cartel de Medellín contra el Estado Colombiano (Un ejemplo de ello fue la toma del Palacio de Justicia en 1985 para quemar los expedientes asociados a la extradición de narcotraficantes).

Basta ya de sus ofensas contra los colombianos de menores ingresos acusándoles de delinquir por el mero hecho de tener necesidades económicas y, posteriormente, de forma sínica agredir su dignidad usándolos electoralmente a su favor.

El país merece respeto y, por ello, personajes como Gustavo Petro que han sido indultados (es decir, sus delitos han sido perdonados) deberían alejarse de la vida pública.