Enrique Sandino Vargas
Para quien llega tarde, le dejo este rápido recuento. El pasado 17 de diciembre durante la asamblea número 73 de las Naciones Unidas y gracias al voto favorable de 116 países se logró la adopción de la “Declaración de los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales”. Fue el momento culminante de un proceso de gestión y negociación de 6 años.
Un logro muy representativo para los campesinos en el mundo, sin embargo, hay que decir que no fue gracias a Colombia. Nuestro país, el cual cuenta con millones de hectáreas de tierra con vocación agropecuaria, hace parte del grupo de 49 países que se abstuvieron de votar, es decir, que al momento de apoyar la iniciativa la delegación colombiana prefirió dar un paso al costado y no tomar parte de la decisión.
Entre la indignación suscitada destacaré la carta de un grupo de académicos dirigida a nuestro presidente solicitando una explicación a semejante postura; “Colombia es un país agrícola y de fuerte tradición rural” dice la misiva, y la posición adoptada por la delegación colombiana “envía un muy mal mensaje al país y al mundo”.
Al parecer la posición de abstencionismo tiene su origen en un concepto técnico desarrollado en varias instancias del estado, grosso modo hablando la definición de campesino aún resulta problemática en Colombia. Los fenicios y los griegos ya hablaban del tema y para no irnos tan lejos en 1922 ya el ruso Aleksandr Vasilievich Chayanov, en su teoría sobre la economía campesina se encontraba inmerso en la discusión acerca de las “granjas familiares de campesinos” y la “agricultura capitalista”. Lo que en Colombia no hemos podido, o no hemos querido conceptualizar, lo define la mencionada declaración de las Naciones Unidas como “campesino…toda persona que se dedique o pretenda dedicarse, ya sea de manera individual o en asociación con otras o como comunidad, a la producción agrícola en pequeña escala para subsistir o comerciar y que para ello recurra en gran medida, aunque no necesariamente en exclusiva, a la mano de obra de los miembros de su familia o su hogar y a otras formas no monetarias de organización del trabajo, y que tenga un vínculo especial de dependencia y apego a la tierra”. Sencillamente la situación no tiene presentación, mucho menos las explicaciones dadas para justificar la abstención, la necesidad de invisibilizar a los campesinos es latente y el problema de la tierra en Colombia está más vigente que nunca
Ya han pasado dos meses y Colombia ha confirmado su posición de abstencionismo ignorando la invitación a la difusión y respeto por la declaración. De esta forma la existencia de nuestros campesinos quedó en duda, automáticamente se convirtieron en fantasmas, millones de personas y sus familias carentes de reconocimiento
¿Sabe usted lo que significa ser campesino? ¿Existen los campesinos en Colombia? Pues si usted tiene la respuesta divúlguela, hágasela saber a nuestros líderes y ayudémosles a salir de semejante confusión.
Referencias
Chayánov, A. V. e. (1986). AV Chayanov on the theory of peasant economy. With a new introduction by Teodor Shanin.: Manchester University Press.
United_Nations. (2018). Draft United Nations declaration on the rights of peasants and other people working in rural areas. https://www.ohchr.org: United Nations Human Rights Council Retrieved from https://www.ohchr.org/Documents/HRBodies/HRCouncil/WGPleasants/Session5/A_HRC_WG.15_5_3-English.pdf.
Contacto: enrique.sandino-vargas@ju.se
Investigador en el CeFEO, Centre for Family, Enterprise and Ownership, Jönköping, Suecia.