La mala disposición de los residuos sólidos provenientes de una granja apícola, los cuales son utilizados para “mejorar” el suelo de los potreros dedicados a la ganadería, tiene desesperados a los habitantes de la vereda Rincón de Contador, quienes ya no saben qué hacer ante la grave contaminación ambiental que eso genera.
Según los habitantes de la vereda, la contaminación ambiental comenzó desde que se instaló la granja apícola hace unos tres años, inicialmente derivada del proceso de sacrificio y preparación de las aves para el mercado en un lugar no apto para ese tipo de actividad, y ahora por la diseminación de la “pollinaza” a cielo abierto sin ningún tipo de tratamiento previo.
La disposición de este subproducto, que inicia su descomposición una vez es depositado en el lugar, genera la proliferación de mosca común y malos olores que se tornan insoportables para los habitantes de la vereda, sin que las autoridades de sanidad y ambientales hagan algo para solucionar la problemática.
La situación empeoró esta semana cuando uno de los propietarios de un potrero dispuso de manera inadecuada más de media tonelada de “pollinaza”, que a las pocas horas inundó de malos olores, y de moscas al día siguientes las fincas circunvecinas, a tal punto que los campesinos debieron optar por fumigar con agroquímicos sus viviendas para controlar los insectos.
LA NACIÓN oye a la gente
Ángel Ordóñez, vecino: “El problema se genera porque nos depositaron más de media tonelada de “pollinaza” en ese potrero que queda cerca de nuestras casas y se nos han llenado de moscas, además de los malos olores que no nos dejan vivir tranquilos. Desde hace varios años la contaminación nos afecta hasta los cultivos, mucho más a los niños y ancianos, que son más vulnerables a estos insectos”.
Hernando Jiménez, caficultor: “Esta no es la primera vez que se presenta una situación como esta, pues los señores dueños de grandes fincas y de las granjas, que son poderosos económicamente, se pasan por la faja las normas ambientales y a las autoridades y quieren pasar por encima de nosotros los campesinos. No les importa que haya niños, como pasa en el Hogar de Bienestar, donde ya no pueden ni comer tranquilos”.
Emiro Samboní, vecino: “Nosotros hemos acudido a todos los organismos de control del Estado, a las autoridades ambientales y de salud pública, pero parece que para los señores que generan la contaminación no existen ni autoridades, ni ley y mucho menos comunidad, pues han hecho caso omiso a todas nuestras solicitudes y requerimientos.
Fabián Medina Rojas, corregidor de Criollo: “La situación se genera porque se ha dispuesto de una gran cantidad de “gallinaza” en un terreno habitado y sin ningún tipo de tratamiento, generando una contaminación ambiental de grandes proporciones. Vamos a requerir al propietario del lote para que tome los correctivos necesarios para que no perjudique más a la comunidad de esta vereda”.