La Nación
Cuarenta años después 1 16 mayo, 2024
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Cuarenta años después

El asesinato del ilustre huilense Rodrigo Lara Bonilla repercute en el acontecer nacional, como es de esperarse ante el brutal sacrificio de un hombre para quien estaban señalados altos destinos en esta Colombia herida por la política clientelista, la corrupción rampante y la ambición desmedida de ‘caudillos’ que a diario se cocinan en la anarquía política creada para pelechar con microempresas electorales. Sumamos la exacerbación de ideologías que narcotizan al pueblo raso, el ejercicio irresponsable y populista de los gobiernos de turno, la indefensión de los territorios y la maldita violencia e inseguridad a la orden del día producidas por toda suerte de delincuencia, dedicada al atroz crimen narcoterrorista, extorsivo, expoliador y de minería ilegal, en su mayoría disfrazado con ropajes ideológicos populares alcahueteados por los gobiernos. En el actual, con el embeleco de un propósito de paz total que contrariamente ha logrado es subdividir las organizaciones criminales haciendo virtualmente imposible tener conversaciones y negociaciones serias encaminadas a procesos de paz, pero que sí han servido para el fortalecimiento y expansión de la delincuencia en todo el territorio patrio, sobre todo con ceses al fuego que han maniatado a la fuerza pública.

 

En su crónica del pasado 30 de abril publicada en este diario, Ricardo Areiza nos pone al día sobre la “felonía” -traición y acción indigna contra la persona y memoria de Rodrigo Lara- cometida por Belisario Betancur y dirigentes políticos encabezados por Alfonso López Michelsen y el procurador Carlos Jiménez Gómez, negociando abiertamente con Pablo Escobar y su banda sobre el cadáver tibio del ministro inmolado, odiosa actitud mantenida en el tiempo, en unos gobiernos más abiertamente que en otros, con la honrosa excepción de Virgilio Barco Vargas.

 

Igualmente, María Alejandra Ruíz Mallungo, cubriendo el conversatorio convocado por la Universidad Externado de Colombia en memoria de Rodrigo Lara Bonilla, muestra sensaciones de exministros de justicia y altos exfuncionarios sobre Colombia versus narcotráfico. Juan Carlos Esguerra advierte que “nunca hemos tenido una política de Estado en general, solo hemos tenido políticas de gobierno”. Alfonso Gómez Méndez señala “contradicción en la clase dirigente … que nunca ha sido tajante en si es confrontación o negociación con el narcotráfico”. El minjusticia Néstor Osuna, en modo Petro, clama por “hacer un cambio de paradigma”.

 

Con razón el narcotráfico es una de las más prósperas industrias nacionales, así anegue la nación en sangre y corrupción.