¿Cómo han estado?
Divinamente. Nuestro público todavía sabe de nosotros y aún hacemos presentaciones. Que los medios no las publiquen es otra cosa. Anímicamente no hay mayor problema. El problema es la salud.
¿Por qué?
Yo llevo diez años batallando contra el cáncer. En 2004 me hicieron una operación de 23 horas, y aun así hoy sigo en crioterapias. Mi mujer tampoco está bien y usa caminadora.
¿Y Villalba?
También tiene cáncer, pero está grave. Ya rara vez se levanta de la cama.
¿Han tenido que gastar mucho dinero en tratamientos?
Sí. Y eso nos ha afectado. Ni Villalba ni yo tenemos una pensión. ¡Medio siglo de carrera y de contribuir a la música colombiana y no nos dan nada de pensión! Ha habido trabajo y conciertos, pero los políticos nos han puesto trabas y en dos meses no hemos visto las regalías por nuestra labor.
¿Entonces todavía toca?
Sí. Cuando Villalba no está por su enfermedad, toco con mi amigo Roberto Tejada, de los Hermanos Tejada.
¿Y aún escribe?
Por supuesto, ahora es cuando más.
¿Escucha a veces su propia música?
Esporádicamente cuando viajo. El paisaje colombiano se acompaña mejor con música.
¿Extraña la fama?
No. Lo que me gusta es el reconocimiento del público. Además, nosotros grabamos 500 canciones y compusimos otras 100, y de todas me siento orgulloso. Hace poco dimos un concierto en el Jorge Eliécer, y el público nos trató muy bien.
Si pudiera cambiar alguna decisión de su carrera, ¿cuál sería?
Quizá cotizar para la pensión. Porque el peor momento lo vivimos ahora. No haber cotizado no significa no haber trabajado, pero al parecer el gobierno no lo ve así. Este país acaba con su propio folclor, cuando olvida música como la nuestra. Lo he dicho más de una vez: nos hubiera ido mejor como guerrilleros.