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El coraje de Constanza Turbay

Hernando Turbay fue un hombre serio, respetuoso y respetable, liberal, Representante a la Cámara elegido por la circunscripción del Caquetá. En dicha Corporación se desempeñó durante años como Presidente de la Comisión Cuarta, encargada de tramitar lo relacionado con el presupuesto nacional. En esa responsabilidad, por su ecuanimidad y transparencia, se ganó el afecto de sus colegas y la gratitud de muchos colombianos.

Su hijo Rodrigo siguió los pasos del padre, cuando se retiró de la función parlamentaria. Fue elegido al Congreso, apoyado por Hernando pero con méritos personales, profesionales y políticos propios. Era un joven fornido, bien parecido, atento, de hablar reposado y caminar tranquillo, con una sonrisa permanente en los labios. Un día fue secuestrado por las Farc. Otro día, al cabo de mucho tiempo en cautiverio, se conoció una noticia peor. Al pasar un rio se lo llevó la corriente y se ahogó. Fue lo que dijeron. Nunca apareció.

Diego vivía en el extranjero. Se vino de Europa a acompañar a su madre y a su hermana Constanza. Como “de tal palo, tal astilla”, se puso a hacer política liberal y fue elegido Represente a la Cámara. Era más impaciente que su hermano, igual de bueno, muy estudioso y cerebral. Joven, sano, lleno de ilusiones. Un día iba con su mamá de visitas por la región y el vehículo en el que viajaban fue interceptado por las Farc. Identificados, fueron masacrados sin misericordia.
Enorme el dolor de Constanza, agredida, asediada por el terror, desamparada, sin familia, con el alma y el cerebro destrozados. Con elogiable valor ha tratado de superar la tragedia y de conseguir que el recuerdo de su familia sea superior al resentimiento y a los odios. Una prueba difícil de acometer.

En estos días nos ha dado a los colombianos una demostración de lucidez mental, transparencia espiritual e inmenso coraje. Porque piensa en Colombia, porque no quiere que a nadie en el país, a ninguna familia, le pase lo que le ocurrió a la suya, ha expresado palabras de perdón para los responsables de su tragedia. Solo pide a cambio la verdad, para que los colombianos sepamos como ocurrió, por qué ocurrió y por designio de quienes. Es poco pedir para un desastre tan grande. La familia Turbay Cote vive en la grandeza de Constanza.