Tras la macabra escena, los testigos rompieron en pánico. Nadie creía que fuera el “Mono” la víctima mortal. Su esposa fue avisada por vecinos quien afanosamente llegó al lugar. La víctima yacía sobre el piso. La inevitable verdad se erigía ante los ojos de la desesperada mujer.
Cubierto por una sábana de colores, el cuerpo de Edwin permanecía sobre el piso, tornándose rígido mientras la policía judicial llegaba a realizar la inspección técnica. Trece horas pasaron sin que ésta arribara al lugar del acontecimiento. Trece horas estuvo su esposa acompañando el cuerpo inerte.
La Agencia Carabobeña de Noticias, ACN, indicó que el fin de semana en que ocurrió el hecho, las morgues estuvieron a punto de ‘estallar’ debido a la cantidad de cadáveres almacenados allí; todos rotulados por muerte violenta. Hasta una niña de cuatro años asesinada de un tiro en su abdomen hacía parte de la lista. “Carabobo sangriento” fue titulada la noticia. “Doce fueron las muertes violentas ocurridas entre las seis de la tarde del sábado y las seis de la mañana de este domingo ocho de enero (…). En la calle La Esperanza, parroquia Rafael Urdaneta, fue asesinado con arma de fuego Edwin Augusto Osorio Amaya (35)”, detalla el informe.
A las 9:00 de la mañana del domingo (el asesinato ocurrió a las 8:00 p.m. de día anterior), por fin la unidad móvil de criminalística llegó al lugar. Midió, ubicó los elementos probatorios, fotografió, interrogó y tomó nota. Dispuesto en el vehículo judicial, el cuerpo rígido del “Mono”, como se le reconocía de cariño, fue conducido a la morgue del Departamento de Patología Forense de la Ciudad Hospitalaria “Doctor Enrique Tejera”.
El país de la muerte
Tras la muerte del hombre de 35 años de edad, neivano de nacimiento y crecido por las calles de Cándido, Santa Inés y Camilo Torres, surge una serie de reflexiones que pone en evidencia una vez más la precaria condición social, política y económica del país vecino que, incluso, ha sido catalogado por la organización de estadísticas internacional Gallup como el segundo más peligroso del mundo.
A Venezuela Edwin había llegado hace varios años en busca de un mejor futuro cuando muchos consideraban que era un país próspero.
Asesinan por mercado
Venezuela es hoy un país desfigurado. Ya nada queda de esa república derrochadora de dólares y petróleo. Alfonso Riera, vicepresidente del mayor gremio de comerciantes de Venezuela, Consecomercio, estimó en días pasados que la inflación del país caribeño en 2016 se situó por encima de 700 por ciento. “Teníamos 800.000 empresas en 1998 y se estima que hoy día no llegan a 230.000, dos millones de venezolanos emigrados y un millón de empleos perdidos en los últimos años”. La de Colombia es de 8,6 por ciento.
Los centros comerciales en todo el país cierran a las 6:00 de la tarde para evitar ser objeto de la delincuencia. Ya no solamente asesinan por robar celulares y motos sino también por harina, arroz y aceite. ¡Matan por un mercado!, producto de la escases y altos costos en los alimentos.
Cuando de hambre se trata, la muerte es el mejor aliado. Según la agencia de noticias ACB Internacional, la cifra de muertes violentas para el 2015 fue de 27.875 personas, lo que indica que para el 2016 pudo haber ascendido a 30.000. Las causas: Mayor presencia de delito organizado, empobrecimiento de la sociedad, destrucción institucional y militarización represiva de la seguridad.
“Aquí todo es muy escaso, es muy difícil conseguir comida, todo es muy costoso, incluso conseguir medicamentos es una odisea; la crisis es impresionante a tal punto que se escapa al entendimiento; esto es el verdadero canibalismo político-social”, se atreve a decir una familiar del huilense asesinado.
Valencia, lugar en que ocurrió el asesinato del huilense, es la ciudad más poblada e industrial del Estado de Carabobo, Venezuela. Según el Instituto Nacional de Estadística de ese país, su población asciende a 2.067.000 habitantes siendo la urbe más poblada de la región central y la tercera con mayor número de habitantes de Venezuela.
El cuerpo del huilense fue llevado a la morgue del Departamento de Patología Forense de la Ciudad Hospitalaria “Doctor Enrique Tejera”.
Cuando de hambre se trata, la muerte es el mejor aliado.