La Nación
COLUMNISTAS

El Papa y el Pepe

Jorge Mario Bergoglio y José Alberto Mujica, nacidos en Buenos Aires y Montevideo, separados por una distancia de 204 kilómetros en línea recta sobre el río de La Plata, son dos personajes latinos que han traído al mundo una nueva forma de liderazgo marcado por la humildad y austeridad.

El argentino Jorge Mario Bergoglio, máximo jerarca de la iglesia católica desde hace 2 años, decidió identificarse nominalmente con San Francisco de Asís, ejemplo universal de humildad y compromiso con los pobres. Oponiéndose a un Vaticano con imagen de opulencia, asociado a escándalos bancarios y pederastias profusas. Deshonras que el Papa Francisco rápidamente combatió con las medidas pertinentes, y un ejemplo de vida franciscano que fascinó a Raimundo y todo el mundo.

El ex presidente de Uruguay, José Alberto Mujica, exguerrillero tupamaro, acaba de terminar su primer y único periodo de gobierno, que luego de 5 años lo ha dejado como lo encontró, como se sostuvo y como fue reconocido: “el Presidente más pobre del mundo”. No es un show publicitario. Pepe Mujica se declaró siempre campesino, vivió con su esposa en un rancho modesto a las afueras de Montevideo, donó el 90% de su sueldo a causas sociales, y durante su gobierno se movilizó en su Volkswagen azul cielo modelo 1987, sin guardaespaldas. Porque el que nada debe, nada teme.

Los planteamientos del Papa Francisco y Pepe Mujica, muestran una visión del mundo donde se combina la austeridad con la humildad; sembrando con sus actuaciones las semillas de la equidad y la justicia social. Estos personajes son un ejemplo de vida para todos nosotros. Se trata de la lucha del perdón, la humildad y la honradez; contra la desfachatez del “Usted no sabe quién soy yo” y “Cómo voy yo”.

Desafortunadamente en Colombia se quiere revivir la cultura mafiosa, donde todo es posible a punta de dinero, poder e influencias. Aquí lo importante es que la gente exija respeto; tanto los ciudadanos como las autoridades. Que la educación debe ser el  mayor desafío en el posconflicto, para que las nuevas generaciones entiendan que la cultura del dinero fácil y el atajo no tienen futuro. Definitivamente “una buena imagen vale más que quinientos millones”