Óscar Alvis Pinzón
Desafortunadamente, Transparencia Internacional publicó el índice de Percepción de Corrupción durante el 2017, dejando a Colombia muy mal parada, y apareció entre los países más corruptos en América Latina, junto a Argentina, Venezuela, México y Brasil. Que la ciudadanía opina que en Colombia el problema de la corrupción está disparado, es algo que es imposible de controvertir. Las más diversas encuestas muestran que la gente piensa que la situación está peor y que los gobernantes hacen poco al respecto. Hasta los niños de las escuelas humildes los están dejando sin almuerzos, sin refrigerios y los están intoxicando. Por tal razón, hay que estar a la ofensiva contra los corruptos, donde es indispensable contar con los organismos de control y la justicia como un todo; porque hay que contener a los partidarios del “todo vale” e invitar a que la ciudadanía se apropie de una lucha que debe ser conjunta y sin cuartel.
Desafortunadamente nos estamos acostumbrando a la corrupción, como algo normal e inherente a la condición humana, como componente del sistema político y económico, en el que priman las coimas y el tráfico de influencias. La corrupción no solo es robar o sobornar, es también abusar de posiciones de poder para obtener beneficios privados que van en detrimento del patrimonio público. La corrupción es una práctica muy popular en nuestro país y el mundo entero, genera rechazos y toda clase de sentimientos e impotencia, no tiene estrato social, ni partido político (hay corruptos de cuello blanco, azul, rojo, amarillo, etc), no tiene sexo, credo religioso, ni edad, cabemos todos para practicarla, vivirla y sentirla; la corrupción es todo terreno y muy tentadora por cierto.
Es fundamental que la población se empodere y sobre todo, entienda que los recursos públicos, que son de todos, también son de cada uno de nosotros, y la responsabilidad no es únicamente de los funcionarios públicos y las entidades de control. El próximo domingo 26 de agosto con una acertada decisión al votar la Consulta Anticorrupción, hay que castigar las prácticas corruptas, en aras de garantizar una gestión más transparente, eficiente y más integra de lo público. Con nuestro voto por el Sí debemos evitar mandatarios mañosos, amañados, avispados y politiqueros. Definitivamente, debemos comenzar a “barrer la corrupción” venga de donde venga. Desafortunadamente se nos derrumbó el estadio, el Atlético Huila y el Concejo de Neiva. De todas formas “El que la hace la paga”.