La Nación
COLUMNISTAS

El salario máximo

El gobierno decreta anualmente el salario mínimo, entre villancicos y abrazos de año nuevo. Irónico detalle navideño, para la sumisa y abnegada clase trabajadora colombiana. Empresarios y presidentes de las centrales obreras montan el sainete: aquellos proponen un 2, estos un 15% de aumento sobre los 616.000 pesos vigentes; sin concretar acuerdos, dejan en el gobierno su decreto, lavándose las manos de Pilatos. Aparece entonces Santa Clauss, emisaria del Banco Mundial, con el generoso 4.6% para 2015, traducido en 28.300 devaluados y desnutridos pesos colombianos. Jo ¡Jo ¡ Jo¡ Punto de partida para incrementar matrículas estudiantiles, alimentos, transporte, cemento, y todos los bienes y servicios para felicidad y productividad del monopolio y el mercado. Nos estrenaron con la gasolina, promesa de campaña fallida del partido liberal, para vergüenza del  senador Velasco, su vocero. Nada novedoso, todo calculado, discutido y resuelto. Viene ahora, la definición del salario máximo, reclamado por las élites del congreso, las cortes y el gobierno mismo. Para vacaciones de Semana Santa; tiempo para salir de crucero mediterráneo a la altura de sus ingresos. Quizás se sacrifiquen, y equitativos se resignen al mismo 4.6% sobre los 25´000.000 de pesos del sueldo vigente, sin primas de verano, invierno, franquicias ni demás odiosas arandelas. Traducido para 2015, en 1´150.000 miserables pesos mensuales de aumento, no alcanza ni para la gasolina de los padres de la patria. Incremento 42 veces superior al del salario mínimo, ofende la pretendida igualdad consagrada en la Constitución Nacional; provoca enconada antipatía y desprecio por el abuso de poder e incredulidad en las instituciones. Caldo de cultivo para la subversión, la inseguridad y la miseria popular. Incremento máximo humillante y discriminatorio, que debiera concitar por lo menos un plantón frente a la sede de los poderosos, pasa inadvertido tras el espejismo de la gran prensa manejada por el estado, la farándula, el fútbol y los ídolos del deporte, hechos de tierra popular, panela y salario mínimo. Está marcada estratificación clasista, ha merecido posturas radicales en otros pueblos. En Colombia – cuyo gobierno acepta todo lo exigido por las FARC en aras de la paz – se avizora la constituyente propuesta por el grupo subversivo. Las nivelaciones pensionales y salariales, como la reducción del congreso a 100 miembros, que no votamos en el referendo de Uribe, irónicamente se aproximan. La ruptura de los monopolios cementeros, bancarios etc, y el máximo de 10 salarios mínimos, como asignación y pensión, para los servidores públicos, serán imperativos para la paz. Y, cómo va el proceso,  cambiará también el modelo económico nacional. Feliz año.