La Nación
EDITORIAL

Regalías

Vuelve a estar sobre el tapete de las discusiones públicas el tema de las regalías petroleras y mineras, ahora que se discute el presupuesto general de la Nación para la vigencia 2015, con el clamor de las zonas productoras del crudo, como el Huila, de que se compense en alguna medida el alto recorte propinado por la reforma a este régimen que se aprobó en 2010. Y aunque se anuncian por parte del Gobierno Nacional algunas medidas paliativas en ese sentido, el efecto en la práctica será mínimo –casi irrisorio– comparado con lo que han dejado de percibir las zonas petroleras colombianas; se trata de asignar cerca de un billón de pesos para las vigencias 2015 y 2016 (es decir 500 mil millones para el año próximo) que, en teoría, deberían desagraviar en buena parte el duro golpe propinado en la reforma de hace cuatro años.

Lo que ocurre es que esa plata es para repartirla entre más de 120 municipios de donde se extrae el crudo, lo cual dejaría un promedio de menos de 5 mil millones de pesos adicionales para cada localidad, una cifra muy lejana de lo que significó hasta hace poco para Neiva o Aipe, por ejemplo, que en algún momento recibieron entre 40 mil y 50 mil millones de pesos anuales por concepto de la producción petrolera, y hoy no superan los 12 mil millones de pesos anuales.

La cifra global de un billón de pesos por supuesto suena interesante pero no significa mayor cosa en la práctica local ni es, en esencia, una compensación. Sin embargo, hay un elemento clave de la discusión que no se ha considerado a profundidad, y es que si bien los municipios y departamentos petroleros tenían ese alto volumen de recursos directos, por el otro lado el Gobierno Nacional les aplicaba severos regímenes de reducción de otras fuentes tales como no girarles dineros para salud, educación y agua potable y saneamiento básico, pues ya tenían cubiertas esas necesidades por vía de las regalías. De manera que lo que por un lado entraba por el otro, en buena parte, les quitaban, exceptuando casos notables como el de Aipe en el que la feria de recursos fue casi inagotable durante más de dos décadas, con resultados harto deprimentes para el bienestar de sus pocos habitantes.

Y para completar, no es bueno el momento del sector de hidrocarburos para las expectativas del Huila. El precio internacional sigue bajando a tal punto que en el proyecto de presupuesto nacional se decidió fijar el barril en 85 dólares para las vigencias 2015 y 2016, luego de estar en 94 dólares para este año y en 91 dólares para el siguiente. Igualmente, la producción regional sigue a la baja y las proyecciones de nuevos yacimientos no son muy halagüeñas. La realidad es que el Huila deberá fijarse la tarea de mirar hacia los sectores agropecuario, comercial y de servicios, con el turismo como eje central, y dejar de pensar en el petróleo como salvador.

“El Huila deberá fijarse la tarea de mirar hacia los sectores agropecuario, comercial y de servicios, con el turismo como eje central, y dejar de pensar en el petróleo como salvador”

Editorialito

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