La Nación
EDITORIAL

Fantasmas del pasado

La historia de vida de las personas está cargadas de vivencias, sentimientos y emociones que se dejan atrás creyéndolas olvidar. El pasado aunque doloroso, para algunos no es posible dejar de amar, convirtiéndose en un secreto celosamente guardado, que de manera consciente, no se desea volver a explorar. Maritza Rocío López V. La historia de vida de las personas está cargadas de vivencias, sentimientos y emociones que se dejan atrás creyéndolas olvidar.  El pasado aunque doloroso, para algunos no es posible dejar de amar, convirtiéndose en un secreto celosamente guardado, que de manera consciente, no se desea volver a explorar. Los recuerdos del pasado se convierten en fantasmas, en una ficción inventada para justificar los actos humanos, constituyen una información de lo que ha sido y sera la propia vida. Los fantasmas  del pasado son pensamientos que encadenan, por más que se intenta liberar la mente de ellos, convirtiendo la vida en un caos, en un ir y venir de sueños, de pasajes de la vida, de sentimientos que vuelven sin cesar, trayendo consigo  emociones  que se creían imposibles de volver a experimentar. Fantasmas que traen recuerdos, que agitan el alma, que confunden y reviven  sentimientos, que afectan la autoestima, la motivación, la comunicación con los demás, consigo mismo y con Dios. Fantasmas que por el hecho de ser eso, solo fantasmas, se hace imprescindible dejar atrás. Si, aquellos fantasmas que afectan y confunden la vida con recuerdos, con anhelos inalcanzables, que impiden reconocer que la vida tiene momentos bellos que permiten despertar y dejarlos atrás. Esos fantasmas que impiden construir una vida, dejar atrás sinsabores, desengaños o tristezas, que sin ser consientes de ello, obstaculizan el gozo, el placer de vivir el presente y construir un futuro mejor. Aquellos fantasmas que desdibujan una sonrisa, que impiden la libertad y el deseo de encontrar una nueva esperanza, un nuevo amor, un para qué, deben morir y enterrarse, con la convicción y seguridad de una vida mejor, de que cada despertar sea el inicio de una plena y feliz. Esos fantasmas del pasado, que hacen  especialmente daño e impiden avanzar con éxito hacia el futuro, se deben olvidar.  No hacerlo hace más difícil el poder perdonar, sanar heridas, avanzar a nuevas etapas, a nuevas experiencias, a liberarse de la esclavitud a la cual algunos, sin darse cuenta se aferran, sin entender que es posible dejar y enterrar en el olvido esos fantasmas del pasado que ya vivieron y tuvieron su oportunidad.