La Nación
COLUMNISTAS

Filosofía corporativa

Sócrates, filósofo en la antigua Grecia se pasaba el día debatiendo asuntos transcendentales en el ágora, con el paso del tiempo se fue difundiendo una mentalidad filosófica para resolver problemas mediante razonamientos con sentido práctico. En plena época de globalización los escenarios naturales de las grandes discusiones de la misión filosófica de las empresas, tienen lugar tanto en la alta dirección, como en las demás instancias administrativas de las organizaciones. 

Surge entonces en la administración moderna, el pensamiento estratégico, con una inspiración ideológica capaz de despertar pasión en los colaboradores en la transformación del modelo de gestión en las compañías; nace una filosofía de vida empresarial con capacidad de movilizar al talento humano hacia el cumplimiento de la visión de futuro garantizando sostenibilidad, viabilidad y continuidad en el tiempo.

El pensamiento estratégico genera cambios drásticos en el actual estilo de liderazgo, las nuevas circunstancias exigen líderes creativos, con un discurso impregnado de profundos sentimientos sobre la promesa de valor económica, social y ambiental de las empresas. Ese ideario de las políticas corporativas jalonado por los empleados juega un papel protagónico, existe un amplio espacio para personas competentes en leer el entorno, por cuanto, existen amenazas inminentes, no siempre identificadas con la velocidad que reclaman estos tiempos y, en muchas ocasiones la capacidad de respuesta tampoco es la más rápida; los gerentes tardan demasiado tiempo en comprender sus consecuencias, situación que se traduce en un problema de aprendizaje al interior de las organizaciones.

Las dificultades de aprendizaje resultan del estilo de administrar las empresas, tienen impacto los defectos en el diseño de los procesos, deficiencia en el plan de adopción, reprocesos al distribuir las actividades, pero sobre todo, la manera de pensar inculcada a los empleados, el desdén por los equipos de trabajo, la propensión a echarle la culpa a los demás cuando los resultados no salen bien. La situación se torna caótica, si a estos comportamientos agregamos la debilidad filosofal e ideológica, la ausencia de pensamientos inspiradores en lo estratégico, problemas estructurales y ausencia de políticas organizacionales.
El pensamiento sistémico potencia el planteamiento estratégico corporativo, rompe con los marcos mentales rígidos del pasado, dando paso a nuevos modelos mentales manejados con relaciones críticas de realimentación, en la posibilidad de experimentar una filosofía colectiva de comprensión de las nuevas realidades del entorno, más allá de dibujar los diagramas de procesos o diseñar estructuras orgánicas y confeccionar nomenclaturas de cargos.