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“Fuenteovejuna” en Suaza por Eduardo Gutiérrez Arias

Dos sucesos delincuenciales ocurridos la semana pasada en el municipio de Suaza, motivan el presente artículo. En el primero de ellos, dos asaltantes de fincas, dedicados al hurto en la vereda La Argentina Dos sucesos delincuenciales ocurridos la semana pasada en el municipio de Suaza, motivan el presente artículo. En el primero de ellos, dos asaltantes de fincas, dedicados al hurto en la vereda La Argentina, fueron perseguidos, detenidos y linchados por furiosos campesinos del sector, hastiados de los continuos pillajes y robos en las fincas cometidos por la banda criminal de la que hacían parte. En el segundo episodio, un atracador que asaltó un bus en la vía de Suaza a Florencia, fue muerto por un agente de la policía que viajaba en el vehículo. No podemos estar de acuerdo con que las comunidades afectadas por la inseguridad y la violencia, hagan justicia por mano propia, sin tener en cuenta al Estado ni recurrir a él, pues por este camino llegaríamos a la ley de la selva y se podrían cometer peores injusticias que las que se busca corregir. Pero también es cierto que en el mundo entero, cuando el Estado no actúa y las comunidades se cansan de los desafueros en su contra, terminan haciéndose su propia justicia como en el caso de la obra de teatro “Fuente Ovejuna”  del español Lope de Vega  en la que la comunidad de Fuente Ovejuna linchó al Comendador que había abusado de la doncella Laurencia. Luego, en el juicio, a la pregunta del juez “¿Quién mató al comendador?” todos los vecinos respondieron “Fuenteovejuna, señor”, ante lo cual vuelve a preguntar  “¿Quién es Fuenteovejuna?” y ellos a responder “Todo el pueblo, señor”. La unidad y buena organización de las comunidades es factor esencial para su progreso y se convierte en un imperativo para alcanzar la seguridad y combatir la delincuencia. Si esa organización es efectiva, está respaldada por el Estado y existen  mecanismos adecuados de comunicación con las autoridades, no deberían presentarse hechos de sangre como el sucedido en la vereda La Argentina, dado que una vez inmovilizados y apresados los delincuentes, ellos debieron ser entregados a la autoridad competente para su juzgamiento. Esta debería ser la lección para los alcaldes, la fiscalía y las fuerzas de policía de nuestro departamento. Como dato preocupante de los sucesos comentados, es que los tres delincuentes abatidos eran oriundos del municipio de Garzón, antaño “un oasis de paz y de amor” como reza el himno de la ciudad. Viví mis mejores años de adolescencia estudiando en el colegio Simón Bolívar y puedo decir con pleno conocimiento de causa que era uno de los municipios más pacíficos, seguros y cultos del departamento. Hoy la realidad es otra, pero eso amerita otro artículo porque el espacio para este se me agotó.