FROILÁN CASAS ORTIZ
Nuestro país cumplirá en 2019 doscientos años de vida republicana, de vida democrática. Es verdad que hemos avanzado, pero el caminar ha sido muy lento, hay más retórica que hechos. El mundo ha ensayado diversos sistemas de gobierno, definitivamente, la democracia es, a mi juicio, el mejor sistema de gobierno. Desde los griegos que iniciaron la democracia hacia el siglo VI a. de C. con Pericles a la cabeza, hasta nuestros días, ha corrido mucha agua debajo del puente.
La democracia es un sistema muy frágil por la tendencia de los hombres a perpetuarse en el poder. A muchísimos les gusta la democracia para llegar al poder, pero en llegando, se quieren eternizar en él y presentan miles de excusas y sofismas de distracción para justificar su posición; lo grave es que aparecen bufones que, de alguna manera usufructúan del poder, rodeando al gobernante de turno, argumentándole con una habilidad asombrosa la necesidad de continuar en el poder para “salvar la patria”. ¡Cuántos mesías aparecen por doquier! A muchos en nuestra patria les gusta la democracia cuando ganan, si pierden son los más malos perdedores. No aceptan la derrota por nada del mundo. Piden incluso que se anulen las elecciones, que hubo fraude, que quien escruta elige, etc., etc.
Nuestra Carta permite, afortunada o infortunadamente la revocatoria del mandato. Dada la inmadurez democrática que nos caracteriza, no me parece sana esta posibilidad. Si su candidato perdió, es porque tal vez no supo conquistar el voto de los electores, es porque todavía no estaba maduro para gobernar, en fin, acepte las decisiones de las urnas. ¿Por qué revocarle el mandato a quien ha ganado limpiamente en franca lid democrática? ¿Acaso no está la rama legislativa del Poder Público para que haga el control político al mandatario de turno? ¿Por qué ir al desgaste de otra elección? Los perdedores deberían irse a una racional oposición y presentarse para el próximo cuatrienio como alternativa de poder. Pero, por favor, dejen gobernar a quien ha sido elegido. Con frecuencia un gobernante se desgasta defendiéndose y esto le impide ejecutar ágilmente su programa de gobierno; en ese orden, perdemos todos. ¿Por qué no aceptamos que la derrota hace parte del lindo juego de la democracia? Juegue limpio, no le ponga piedras en el zapato del gobernante. No sea resentido, acepte que perdió y prepárese con altura para la próxima contienda democrática. El resentido político es visceral, en toda parte ve enemigos, se vuelve un sicópata político. Querido elector, sea racional, no vote por resentidos, cuando llegan al poder, ´piérdanse sus opositores, los arrasa´. Ganar y perder es propio de la democracia.
Por favor no odie a sus adversarios, ellos permitieron el libre juego de la democracia. La dictadura de partido es una tiranía camuflada de democracia. Haga oposición, pero haga oposición limpia. Cuando llegue al poder, deje la gente eficiente y de alta calidad integral. Rodéese de gente honesta y capaz para mostrar buenos resultados a la ciudadanía. Tenga nobleza y altura humanas, las obras no tienen partido, continúelas, son inversión de nuestros impuestos. No sea mezquino, no se desquite de su antecesor, matando las obras emprendidas por él.