Con sacrificio, tesón e inocencia cuatro niños de Santa María (Huila) arriesgan diariamente sus vidas para poder ir a la escuela. Ellos tienen que atravesar un puente de troncos construido artesanalmente por la comunidad de la vereda Las Juntas, ante el grave problema vial que se vive en la localidad y la ausencia de soluciones de los gobiernos municipal y departamental. LA NACIÓN acompañó la travesía de los valientes malabaristas que se la juegan toda por su futuro.
Dimar García Hernández es un humilde niño de 9 años de edad, algo tímido, pero muy sagaz. Para llegar hasta su escuela, la Institución Educativa de Las Juntas, Dimar tiene que diariamente atravesar con su bicicleta al hombro un improvisado y riesgoso puente de troncos de madera que construyeron sus padres y vecinos, para que los niños de El Encanto, que viven al otro lado del caudaloso río Baché, pudieran movilizarse luego que la avalancha del pasado 18 de marzo los dejara sin puentes.
Dimar vive en el centro poblado El Encanto, ubicado en la vereda Las Juntas de Santa María (Huila), es estudiante de Tercer Grado de Educación Básica Primaria y como casi todos los niños del sector rural, sueña con ser soldado cuando sea mayor.
Dimar regresa por su hermanita Emily y la acompaña a pasar por el difícil puente.
Dimar realiza su cotidiana travesía junto a su pequeña hermanita, Emily García Hernández, quien tiene solo 5 años de edad, una sonrisa traviesa y el anhelo de convertirse en médica cuando sea grande. Primero Dimar cruza con la bicicleta que le regaló su profesora y luego se devuelve por la pequeña, quien pacientemente lo espera al otro lado del río.
Emily, quien asiste a Preescolar, se siente segura de la mano de su hermano, quien la sujeta con firmeza y seguridad. Dimar asegura sentir algo de temor cuando atraviesa el puente con Emily, pero la sostiene con mucho cuidado para que no le vaya a pasar nada. Es su rutina diaria y lo hace con tranquilidad.
Los hermanitos García tienen también a dos compañeros de aventuras: Yeri Mauricio Salas García y Liliana Hernández. Ellos tienen 7 años de edad, son estudiantes de Segundo Grado de Primaria y viven en casas cercanas. Desde las primeras horas del día los cuatro niños se reúnen para ir a estudiar, almuerzan en la escuela y al medio día retornan juntos a sus hogares.
Los cuatro pequeños arriesgan sus vidas diariamente para poder ir a la escuela.
Liliana quiere ser profesora cuando sea mayor y le encanta el sancocho que le prepara su mamá. Dimar es hincha de la Selección Colombia y a Emily le gustan las ensaladas, mientras que Yeri sueña con ser Policía y disfruta del arroz con leche que hacen en su casa.
Travesía
Las vías de comunicación de la laboriosa y fría localidad ubicada en el noroccidente del Huila quedaron en pésimas condiciones, después de que la avalancha del pasado 18 de marzo arrasó con casi todos los puentes del montañoso municipio. Las esperanzas de las humildes familias campesinas por los anuncios millonarios de obras para los arreglos viales se esfumaron con el paso de los días y el doloroso abandono municipal, departamental y nacional.
En los días de lluvias intensas, cuando los inestables troncos se ponen muy lisos, las cuerdas son más resbalosas y las aguas del caudaloso río llegan hasta el puente que construyó la misma comunidad, los niños de El Encanto no pueden ir a estudiar. Normalmente los pequeños atraviesan las guaduas desprevenidamente, como un juego más de la infancia, entre risas y saltos, sin advertir el evidente riesgo de caer en las corrientosas aguas.
En los días lluviosos el tránsito por el puente es más difícil, los pequeños dan cada paso con muchísimo cuidado.
Los pobladores del sector insisten en que la ausencia del Estado tiene en grave riesgo a los niños de la localidad y pidieron a las autoridades habilitar los numerosos viaductos que se encuentran en pésimas condiciones y que les impiden movilizarse y sacar sus cosechas. LA NACIÓN trató infructuosamente de comunicarse con el alcalde de Santa María para conocer su opinión sobre esta situación, pero no fue posible.
‘Tenemos miedo por los niños’
María Helena García es madre cabeza de familia y todos los días labora en casas de familia. Tiene seis hijos, tres son menores de edad y dos estudian en Las Juntas: su hija que está en Décimo Grado y su hijo menor, Yeri Mauricio Salas. “Cuando llueve, el agua alcanza la punta del tronco. A mí me da miedo que ellos pasen porque de ese puente se me cayó un hijo. Afortunadamente no le pasó nada porque sabe nadar, pero el riesgo para los niños pequeños es muy grande. El puente lo hicimos entre los vecinos y estamos buscando que de la Alcaldía o de la Gobernación nos colaboren y nos lo arreglen, que no genere tanto riesgo para los niños”, expresó.
Ir a estudiar es motivo de mucha felicidad para los pequeños, por eso atraviesan el puente diariamente a pesar de los peligros.
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