La Nación
COLUMNISTAS

Jugar o negociar limpio

Aflora cada vez más, las voces de quienes desde un comienzo asumimos la posición de incredulidad y desconfianza en el proceso de negociación para ponerle fin al conflicto armado en Colombia, pantomima que apenas culmino en el primer eje y que se realiza en la Habana.

Escuchar el Presidente Santos, casi que pidiéndole auxilio a los denominados por él como “señores” de las Farc, e incluso no con voz enérgica sino con un leve llanto o grito a que “jueguen limpio”, es completamente patético y de otra parte del planeta, menos de la geografía colombiana.

El solo hecho de escuchar lo expresado públicamente, nos lleva a entender por qué se le atribuye el “lego” de jugador de póker y de las jugadas limpias que le hizo a Mockus en la campaña presidencial y por qué no, de las jugadas que finalmente le hizo a Uribe como Ministro y ahora como presidente.

Bueno, y sin evocarle sus acciones en los anteriores periodos presidenciales que lo adoptaron y donde también se la pasó jugando limpio.

Connotados personajes, columnistas, editoriales de diarios de circulación nacional, programas radiales y televisivos, redes sociales, tertulias y en las aulas de las universidades y pasillos que lo posibiliten; el tema indiscutiblemente es el horizonte positivo a este “juego”, que el mismo presidente ha denominado.

Los debates o reflexiones de la sociedad civil ya no deben girar en torno a la condensación de las diferentes propuestas para presentar a quienes integran la mesa de negociación de este “juego” en cada eje, sino que ahora deberán girar es a la conveniencia o no de continuar en este desgaste del cual que no se le ve cabeza ni luz al final del túnel.

Es un poco desconcertante ver al Presidente liderando e impulsando la reciente marcha por la paz como para legitimar lo que está haciendo con el proceso de negociación y, de esta acción, se entiende la sinergia con el poco impacto que se logra. Así se magnifique por sus asesores o medios de comunicación leales, lo ocurrido.

Aclaro, no es que seamos enemigos de la paz. Lo que quiero transmitir, es el siguiente comentario. Si no fuera por los medios de comunicación, columnistas o líderes firmes con su posición de desconfianza o incredulidad en el proceso de negociación, ¡quién sabe dónde estaríamos!