La Nación
COLUMNISTAS

La cascada de impuestos

Pagar impuestos es lo más normal en cualquier sociedad organizada. Los llamados países desarrollados tienen una buena cantidad de impuestos. Tributar, entonces, es fundamental para que el Estado funcione. Lo grave de los impuestos es cuando son excesivos y cuando ellos no se traducen en buenos servicios para toda la sociedad. Los colombianos pagamos una cascada de impuestos. Cada gobierno se inventa una reforma tributaria.  Las reformas tributaria a y la justicia han sido del orden del día de todo cuatrienio. ¿Cuáles son los resultados? El ciudadano no es atendido bien por el Estado en términos de salud, educación, vías, recreación, cultura, etc. ¿Sabe una cosa? Cuando usted le pide un documento al Estado, se lo tiene que pagar y hay que esperar no sé cuánto tiempo para recibirlo y quedar “eternamente agradecido”. Y ¿qué decir en la justicia? La impunidad sigue galopante, el ciudadano tiene que vivir enrejado para protegerse de todos los maleantes.

En los países nórdicos y en los “Tigres del Oriente”, a saber: Japón, Corea del Sur y Singapur; las vías son óptimas, el cuidado a la salud es excelente, el apoyo a la cultura es impactante, la educación tiene parámetros de calidad y los programas son pertinentes, el ciudadano es bien atendido en todos los entes públicos, el funcionario público sí es verdaderamente servidor público. Para él, el cliente es sagrado, sin el cliente no puede subsistir. Para decirlo en cortas palabras: HAY CALIDAD DE VIDA. Los impuestos se ven. Si esto ocurriera en nuestro país, se pagaría con gusto. El Estado, ¿sí es buen administrador de los impuestos? ¡Cuánto despilfarro!, ¡cuánto desgreño! ¿Se ha aplicado la reingeniería a los procesos administrativos en las empresas del sector público?, ¿cuál es el porcentaje entre directivos y operativos? Con frecuencia la burocracia desenfrenada se “traga” los presupuestos. ¿Cuál es la relación entre funcionamiento e inversión?, ¿se está haciendo alguna reestructuración a las empresas del Estado, optimizando los recursos? Entre nosotros, con raras excepciones, el Estado ha resultado pésimo administrador.  ¿Por qué el dinero rinde en el sector privado y en el sector público, no? Cuántas obras inconclusas y sin planificación previa, han resultado “elefantes blancos” sin ninguna utilidad común. ¿Quién responde por esos billones perdidos? Con los dieciséis y más impuestos que pagamos un buen número de colombianos, deberíamos tener excelentes viaductos y largos túneles para que nos desplazáramos en forma rápida y segura por toda la geografía colombiana.  La malla vial, en una buena parte del país, está destrozada. ¿Qué hace un pequeño o mediano  productor del agro, si sus productos no los puede comerciar, pues las vías de acceso son inservibles? Y, eso, si las hay. La paz se llama: buenas vías, buenos hospitales, excelentes centros educativos y calidad de vida de todos los colombianos. Tantos impuestos y continúa la pobreza. Salir de la pobreza no es cuestión solo de cambio de estructuras, es sobre todo, cambio de mentalidad y cambio de conciencia, si es que aún les queda conciencia a muchos colombianos. Nos hemos acostumbrado tanto a la corrupción que ésta hace parte de nuestra identidad cultural.
+ Froilán, obispo de Neiva.