La Nación
COLUMNISTAS

La mayor necesidad del Huila

El Huila es un departamento con altos niveles de pobreza, desempleo y desigualdad, por una parte, y bajos niveles de emprendimiento, industrialización y calidad en la educación, por otra.

A pesar de las continuas quejas, en el fondo los opitas nos hemos acostumbrado a esa situación. Este estado de conformismo nos inmoviliza y nos impide ver las posibilidades de cambio. Por eso se requiere una ruptura profunda, un sacudón que nos despierte del letargo; transformación que sólo se puede dar por la acción decidida y comprometida de líderes en los distintos ámbitos de la sociedad pero, sobre todo, en la política.

Necesitamos líderes políticos competentes que manejen los temas públicos y estén en capacidad de ofrecer soluciones audaces de manera eficiente. Líderes que se distingan por la rectitud y honestidad en su actuar. Líderes con sensibilidad social que les duela la situación de miseria en la viven muchos conciudadanos sin oportunidades. Líderes visionarios que, alejándose de la mentalidad parroquial predominante, nos hagan soñar y nos motiven con su ejemplo a explotar nuestras potencialidades.

Líderes valientes que se decidan a acabar con la corrupción en la contratación y en la burocracia. Líderes alejados de los politiqueros tradicionales que han saqueado a nuestro departamento dejando obras sin terminar o hechas de manera mediocre. Líderes que inspiren y promuevan otros liderazgos, conscientes del poder del trabajo en equipo y la pluralidad. Líderes que con su actuar íntegro y coherente devuelvan al pueblo la fe en las instituciones y en el valor de lo público.

Muchos de los políticos que tenemos hoy son simples traficantes de votos. A pesar de sus discursos grandilocuentes, sus prácticas politiqueras y sus aliados los delatan. Han hecho de la coima y el soborno una forma de vida. Sus campañas no se fundamentan en propuestas serias y concretas sino en grandes sumas de dinero provenientes de contratistas y bandidos a los que compensarán cuando lleguen a los cargos públicos.

No se preocupan por educar y dignificar a la población porque así pueden mantenerla en estado de mendicidad –prefieren mendigos a ciudadanos sujetos de derechos. Se han adueñado de los órganos de control, las instituciones y las empresas públicas para robarlas y repartir su nómina a personas sin los méritos requeridos. Allí nombran a sus familiares y secuaces, haciendo de la política una rentable empresa familiar.

Ese es el sistema clientelista que permanentemente alimenta la corrupción y el atraso de la región. Le corresponde a los nuevos líderes políticos “darse la pela” por transformarlo y dignificar la actividad política. A los ciudadanos les corresponde, a su vez, apoyar el esfuerzo de esas nuevas figuras. Los grandes cambios empiezan por una renovación en las ideas, en la mentalidad, en creer que sí es posible lograr lo que se sueña. Sí podemos.

www.mateotrujillos.blogspot.com / @MateoTrujilloS