La Nación
Las admirables mujeres cafeteras 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Las admirables mujeres cafeteras

Fermín Beltrán Barragán

Estoy frente a unas fotografías de las mingas que se están realizando en Santa María Huila para la recolección de la cosecha cafetera, en ellas puedo observar a muchas mujeres participando en este trabajo comunitario, con sus trajes de labor y sus rostros que expresan decisión, alegría y solidaridad. Para los que nacimos y crecimos en las zonas cafeteras, no son extrañas estas imágenes, las mujeres se terciaron el morral, se amarraron el canasto a la cintura y nudo a nudo han tejido múltiples soluciones en la historia cafetera de Colombia.

Hay quienes afirman que estamos en la era o ante la era de las mujeres, que lo femenino se impone y lo masculino se reduce. Pienso que la historia hay que mirarla de otra manera, la mujer siempre ha estado presente en cada detalle y ha sido protagonista de cada capítulo de la evolución de la humanidad.  Lo que ha ocurrido es que toda la historia no está contada aún, la historia escrita (historiografía) parece narrada a favor o en contra de alguien, tiene un alto contenido subjetivo, faltan muchas piezas para completar el relato.

Por supuesto, el mundo de hoy es de gran apertura al sentido femenino, la mujer puede manifestarse cada vez en más escenarios demostrando la vastedad de su talento. En los momentos de crisis en los cuales hasta la esperanza parece perderse, las mujeres han demostrado su heroísmo: las coreanas donaron su cabello para hacer pelucas de exportación y ayudar a salvar a su país, las colombianas se han levantado para hacer frente a la terrible violencia de tantos años y, en esta ocasión de pandemia, muchas mujeres huilenses se ponen las botas y, junto con los hombres, ayudan a salvar la cosecha de café.

Hay dos aspectos importantes que se deben destacar en esta última experiencia. Por un lado, el regreso a la minga o minka, forma precolombina de trabajo comunitario que despliega al máximo el principio de solidaridad, pero sobre todo la voluntad de compartir, hombro a hombro, las preocupaciones y las soluciones, lo cual afianza la unidad y la cultura comunitaria. Y por el otro, el valor del sentido femenino en la reacción ante las dificultades y la ejecución de soluciones inmediatas.

No sabemos hasta dónde se pueda recoger toda la cosecha por la escasez de recolectores a causa del peligroso virus, pero si debemos tener claro que la estrategia de las mingas y la participación femenina en la gestión local, fortalecen la esperanza porque nos hacen entender que a partir de nuestros propios recursos podemos encontrar soluciones inmediatas, si cambiamos la manera de hacer las cosas. Las mujeres, una vez más, no se han quedado quietas, nos siguen enseñando el poder del sentido femenino cuya lógica es la conservación de la vida y la supervivencia de la especie.