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Las uvas están verdes

Tenía toda la razón el ex ministro de Comercio Jorge Humberto Botero cuando advirtió en su debido momento, refiriéndose al TLC con EEUU, que “el acuerdo con EEUU abre oportunidades, pero no las asegura”. Bien ha dicho, una y otra vez, el experto Manuel José Cárdenas que “los tratados de libre comercio generan oportunidades de negocios, pero no los negocios… De nada nos servirá abrir mercados sino tenemos que exportar”. En ello coincide con el consultor Jorge Alberto Vásquez: “una cosa son los acuerdos comerciales y otra la posibilidad de aprovecharlos: Firmamos acuerdos, pero no contamos con producción para exportar, ni la generamos”.
Como lo asegura el más reciente Informe del Consejo Privado de Competitividad, “el país sigue teniendo una canasta exportadora poco diversificada y de bajo nivel de sofisticación, al igual que la tenía hace 20 años…El país sigue produciendo lo mismo y de la misma manera como se hacía hace décadas”. A ello se viene a sumar la falta de competitividad de la producción nacional y aún más de las exportaciones, por una combinación de factores entre los cuales se destacan la sobrevaluación de la tasa de cambio y la baja productividad.
En cuanto a la tasa de cambio el Observatorio Económico, Financiero y Empresarial de la Escuela de Economía de la Universidad Sergio Arboleda hizo un ejercicio interesante, para tratar de establecer el impacto de la revaluación en la competitividad del sector real de la economía. El mismo concluyó que “las empresas colombianas de los sectores transables (industria y agricultura) hubieran tenido que lograr incrementos en su productividad del 6% por año para asimilar el efecto de la apreciación real del peso en los últimos cuatro años”. Y ello es imposible, dado que, según el Documento Conpes que sirvió de base al Plan de Impulso a la Producción y al Empleo (Pipe) la contribución del sector industrial a la productividad total escasamente llega al 0.1%.
De ese tamaño es el daño que le está causando al resto de la economía la enfermedad holandesa, cuyo virus fue inoculado desde los años 90 y desde entonces no ha hecho más que mutar y ahora exacerbado por el recalentamiento de la locomotora minero – energética. Pero, no es sólo la tasa de cambio la que afecta la competitividad, hay otros factores que afectan aún más la productividad y por ende a la competitividad, tales como el atraso de años en infraestructura y logística. Incluso, según la ANDI, hay más empresas que se están viendo afectadas por la baja demanda y la falta de competencia en el mercado que por la tasa de cambio. Los costos en que incurre un exportador colombiano supera con creces aquellos en los que incurren sus homólogos en los 19 países con los cuales tiene EEUU TLC vigentes.
Y ello ocurre porque el Estado no ha tomado conseriedad el compromiso de llevar a la práctica la Agenda Interna para la Productividad y Competitividad (AIPC), que sigue en los anaqueles oficiales. A ello se refiere el Consejo Privado de Competitividad, cuando advierte que “con o sin tratado con EEUU, si no hacíamos la tarea de arreglar la casa por dentro, no podríamos aprovechar el libre comercio”. Así de claro!