La Nación
Más allá de la superficialidad 1 8 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Más allá de la superficialidad

Consuelo Serrato de Plazas

 La personalidad contempla un abanico de comportamientos, juicios y actitudes que definen y particularizan nuestro ser, fenómeno que permite, en función de elementos psicológicos y sociales, vislumbrar la respuesta de un individuo ante determinada circunstancia. Es tal su importancia, que como lo afirmara el estadounidense Charles M. Schwab: «La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor».

Pues bien, una de las actitudes humanas que justamente hacen parte integral de la personalidad es la superficialidad. Por definición y como su nombre lo indica es inherente a la superficie, a aquello que es visible respecto de las personas como de las cosas. Quienes hacen alarde de tal propensión, suelen concentrar su interés en lo material y estético, es decir, en lo insustancial. En la práctica, es propio de quienes «viven en la superficie de sí mismos y de los demás y se incapacitan para descubrir lo específicamente humano».

Son muchos los ejemplos que dan testimonio de tales actitudes. Entre los rasgos más comunes está el afán por renovarse y mantenerse enfocados en cánones sociales y tendencias de consumo, esto es, estilo de vida, estatus social, trivialidad en temas de conversación, entre otros, en el anhelo por impactar las dinámicas de relacionamiento social en las que se desenvuelven y de esta manera sentirse –casi que sin proponérselo- el centro de todos los intereses.

Cabe subrayar que la cultura de la superficialidad ha coexistido desde tiempo atrás. Con todo, pareciera que nos está ganando la batalla, pues hoy por hoy son cada vez más las personas que se dejan cautivar por lo aparente. Lo frívolo. Lo irrelevante, dejando de lado lo que somos. Lo que verdaderamente nos conecta con nuestra esencia. Con nuestra realidad. Con nuestro interior, que es a fin de cuentas, lo que  le da sentido a la vida. En términos reales y como lo destacara el escritor Joaquín Lorente: «Estamos sustituyendo el «cuánto tienes» por «cuánto eres».