Sergio Felipe Salamanca Borrero
Desde la semana pasada, se han presentado acontecimientos que nos deben llevar a reflexionar y a replantear la Colombia que tenemos y la Colombia que queremos. El primero de estos, tiene que ver con la forma en la cual, se está empleando el uso de la fuerza y de las armas, por parte de la Policía Nacional, tema al cual haré referencia, cuando el proyecto de ley que se plantea, cuente con un mayor desarrollo. El segundo tema, que a pesar de no haber tenido tanto protagonismo y del cual me gustaría hablar en esta oportunidad, tiene que ver con lo acontecido con la Juez Primera Penal Municipal con funciones de control de garantías de la ciudad Cúcuta, Vivian Polanía Franco.
En concreto, y de acuerdo con información publicada por el diario El Espectador, la Sala Disciplinaria de la Seccional del Consejo Superior de la Judicatura de Norte de Santander, decidió investigar a la juez Polanía, con ocasión de publicaciones hecha por medios locales, en las cuales se destacan, entre otros, publicaciones de la funcionaria en redes sociales, relacionadas a su vida deportiva y cuerpo escultural. En línea con lo anterior y de acuerdo con lo publicado en la nota de El Espectador, “la Sala Disciplinaria señaló que (…) la juez pudo incurrir en la prohibición de “realizar en el servicio o en la vida social actividades que puedan afectar la confianza pública y observar una conducta que pueda comprometer la dignidad de la administración de justicia”, prohibición consagrada en la Ley Estatutaria de Administración de Justicia.
Con lo expuesto hasta este punto, es posible que ya muchos le hayan dado la razón a la apertura del proceso disciplinario a la funcionaria. Sin embargo, hay elementos del caso que estimo oportunos destacar. Primero, ninguna de las publicaciones, a pesar de lo sugestivas que puedan ser, tuvieron lugar en el juzgado, en audiencia o con el uso de la toga; segundo, las publicaciones no fueron hechas por medio de herramientas o plataformas que pertenezcan a la Rama Judicial y no tienen relación alguna con los casos que conoce el juzgado. Para finalizar, me gustaría invitarlo, querido lector, a reflexionar por qué causa más escándalo y alboroto la desnudez de un funcionario judicial, que la comisión de actos de corrupción por parte de éstos, los que en mi concepto, no sólo comprometen verdaderamente a la justicia, sino que además, minan la confianza en el sistema judicial.